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Asesinar a un ladrón

Por Vanessa Díez

Levantarte antes del alba y tomarte en la oscuridad un vaso de leche, después de haberte puesto el uniforme de esa tela poco agradecida. Acudir a la puerta del centro comercial, la de empleados, media hora antes de la hora de fichar, para empezar pronto a sacar los carros de limpieza y comenzar con buen pie el turno. Pegatinas en el suelo, perchas por todas partes, espejos llenos de marcas de dedos, quizás algún zumo derramado o algún pañal entre la mercancía … cada día es una sorpresa, tan sólo llevas segura la mopa y los trapos para mojar las baldas y secar después. Cada compañera tiene una historia, mujeres que luchan sin descanso, que sobreviven por sacar adelante a los que dejan en casa arropados en sus camas.

Hundida y desesperada. Nada te reconforta, cada vez el agujero es más oscuro y profundo. La casa con la que soñabas, ahora nunca será tuya, siempre ha sido del banco; pero ahora lo será de un modo definitivo, os desahucian. No ves salida. Tu marido en el paro, tú ahora de limpiadora, cuando tenías tu propio negocio como esteticien y masajista. Tu hija viéndote como culpable de todas las desgracias de la familia y tu hijo trabajando en Londres de camarero, aquel que era tu único soporte. Si una vez sentiste amor hacia el padre de tus hijos desapareció hace tiempo, se ha convertido en una bestia que sobrevive a base de golpear.

Ana R. Cañil nos trae en Masaje para un cabrón un vómito de realidad, todo aquello que nos atañe en el tiempo en que vivimos, pues a quien no le ha tocado una parte de este pastel envenenado o conoce a alguien muy cercano que muy de lleno lo está sufriendo sin saber dónde está la salida. Antes cumplía a media mañana con el ritual de café y Espejo público, ya que mi padre devora ese tipo de programas, terminé negándome a continuar con ello, al final pongo cualquier serie para quitar importancia a la dureza diaria, pues que día no existe nueva información sobre otro corrupto, ya me da igual político (sin importar partido) o empresario, teniendo la mayoría de los mortales la sensación que viven impunemente y no se puede hacer nada por remediar la injusticia de que sigan en libertad después de haber robado y provocar que mucha gente inocente se quede sin casa, sin negocio, sin vida, sin nada … y terminen con todo desesperadamente, cómo aquella mujer que se quemó a lo bonzo y tantos que se tiran de un puente al no ver salida ante los acreedores, en la ciudad de la que provengo ya se han estrenado todos y cada uno de ellos. Una historia canalla que seguro a muchos se les ha pasado por la cabeza cumplir, ¿has pensado en matar al culpable de tu desgracia en esta crisis?, ya sea banquero o empresario, seguro que muchos dirán que sí, pues nuestra protagonista lo cumple, mujeres hartas de sufrir de mano de otros, que entran en acción.