A bocajarro de José Manuel del Río
por Lara Vesga
En un barrio del sur de Madrid campa a sus anchas la violencia, la prostitución y las drogas. Los vecinos, resignados, conviven con todo ello. Pero todo el mundo siente que se ha cruzado una enorme línea roja cuando aparece el cadáver de Carla, una niña de catorce años, en mitad de una plaza con un disparo a bocajarro en la cabeza.
El equipo de la Policía Judicial encargado del caso tendrá que sumergirse en los bajos fondos de un submundo en el que se funciona mediante otros códigos si quiere descubrir a los culpables del asesinato de Carla, mientras la familia de la niña opta por el camino de tomarse la justicia por su mano.
José Manuel del Río (A Coruña, 1982) nos arrastra a un viaje a lo peor de la sociedad a través de una lograda descripción de los escenarios y de unos diálogos muy naturales donde se capta a la perfección la jerga de los grupos sociales retratados. A bocajarro, ágil y urbanita, consigue llevarte a esos oscuros callejones y a esas zonas de Madrid que siempre se bordean y rehúyen, ahondando con éxito en el pasado de unos personajes exentos de clichés y repletos de verdad cuyo presente está roto y cuyo futuro se tambalea por momentos.
Se nota en cada renglón de la novela la experiencia como abogado penalista del autor, más que curtido en cuestiones carcelarias que enriquecen un thriller que no deja títere con cabeza y que “no perdona un alma”. Tras Crónicas de un antisistema, Marea Roja (convertida en éxito de crítica) y La milicia de la noche, José Manuel del Río dispara A bocajarro para causar en el lector el mismo efecto que su título proclama en grandes letras rojas.