Educar con las otras tic: tiempo, interés y cariño de Manu Velasco
por Soraya Pérez
En ocasiones la vida nos atrapa. La vorágine, el estrés del día a día y el no poder llegar a todo hace que, a veces, hagamos las cosas a medias y no todo lo bien que deberían. Pero en este libro de Manu Velasco, docente y padre, se pretende devolver al lector a su centro, mostrando así la importancia de nunca perder el rumbo de una de las cosas más importantes en la vida: la educación de los más pequeños.
Velasco, que irradia positividad y esperanza por todos los poros de su piel, ha plasmado en “Educar con las otras TIC: tiempo, interés y cariño” su personalidad de alegría arrolladora. Además, y como él dice en más de una ocasión, el libro no cuenta nada que el lector no sepa. No nos descubre nada nuevo, ni pretende sembrar cátedra, pero lo que sí pretendes es recordarnos cuál es la realidad y con qué ojos debemos mirar la vida de los más pequeños.
La importancia de una educación basada en la atención, el interés del adulto hacia la infancia, el cariño hacia ellos y, sobre todo, el tiempo es el núcleo de este libro de la Editorial Grijalbo. Porque esto último, el tiempo, es algo que no vuelve pero que Manu Velasco ve como el “kit de la cuestión”. Dedicar tiempo, y de calidad, no solo a nuestros hijos, sino al alumnado en general y a cómo se hacen, o deberían hacer, las políticas educativas, es uno de los epicentros de este magnífico libro. Y es que, como dice a lo largo del texto, y siempre con calidez y cariño: la verdadera innovación no está en la introducción de la tecnología en las aulas, ni en llevar adelante reformas interminables en las leyes educativas o en decir que “innovamos” cuando en realidad seguimos haciendo lo mismo que antes, pero a través de unas pantallas. La verdadera innovación es ser capaces de ofrecer al alumnado en general y a nuestros hijos en particular, el tiempo y la atención necesaria para dejarles ser ellos mismos. Con sus cosas buenas, y sus cosas no tan buenas, pero siempre validando sus sentimientos y abriendo bien nuestros ojos y oídos para percatarnos de qué es lo que realmente necesitan de nosotros, como adultos, padres o docentes.
Y es que desde ahí, desde ese centro donde el tiempo, interés y cariño son lo más importante a la hora de actuar para con la infancia, lograremos entonces denominarnos como innovadores. Porque no hay mayor innovación en este mundo que dejar que los más pequeños sean cómo y quiénes ellos quieran ser, siempre con el apoyo y acompañamiento incondicional de alguien que les valora, aprecia y quiere.