Quedará el amor de Alice Kellen
por Soraya Pérez
En la vida hay libros que gustan, otros que no tanto, algunos que enamoran y otros que los dejamos sin terminar. Este “Quedará el amor” de Alice Kellen, sin embargo, es de esos libros que curan el alma. Porque sí, eso es lo que ha supuesto esta novela para mí. Y es que cuando no te reconoces entre el tipo de público lector seguidor de las novelas románticas, resulta un tanto complicado, por pura convicción personal, adentrarse en una novela que, ya de inicio, lleva el sustantivo “amor” en la portada. Pero como oportunidades hay que dar a todos los libros, abrí la primera página y comencé a leer. Ese fue mi final, o mi comienzo.
La magia de viajar entre Edimburgo (Escocia) y Marazion (Cornualles) se volvió una adicción desde las primeras páginas; el elegante, pero sencillo, a la vez que lleno de fuerza personaje de Margot me conquistó desde su primera intervención; y Cedric, ¿qué decir de Cedric? el hombre que sobrevivió a la guerra, o no, porque regresar vivo de una contienda como la Segunda Guerra Mundial no es sinónimo indiscutible de “seguir vivo”. Su “poco” sentido del humor, su afán por coleccionar cosas aparentemente inservibles pero que guardan más historia que 1000 libros juntos, su amor/odio por los aviones y su innegable talento para contar historias, ha hecho que durante los días que he leído “Quedará el amor”, solo haya pensado en ello.
Porque A. Kellen es de esas novelistas que escriben historias que nunca quieres terminar, y que el día que lo haces sientes pena real por despedirte de esos personajes que ya sientes como tuyos. Es de las mujeres que escribe para amantes de las novelas de amor, pero también para lectoras como yo, que no confían en las novelas de amor pero que al terminar las últimas hojas del libro, tienen que sacar el pañuelo del bolsillo para disimular las lágrimas, no solo por la historia, sino porque el final está a la vuelta de una página. Por todo ello, doy gracias no solo a A. Kellen, sino a Margot, Cedric, Jane, Graham, Blair, Peter y Anna por haberme devuelto la ilusión no solo por leer sobre amor, sino por engancharme a una historia tan real que difícilmente podré olvidar.