El secreto del rey cuervo de Elly Griffiths
por Lara Vesga
El arranque de esta quinta entrega de la saga protagonizada por la arqueóloga forense Ruth Galloway lanza a los lectores un cliffhanger del que ya será imposible escapar hasta el final de la novela: la protagonista se entera de la noticia de la muerte, en circunstancias extrañas, de Dan Golding, un compañero y amigo de su época universitaria. Y, tan solo dos días después, recibe una carta del mismo en la que este le pide ayuda con un hallazgo importante del que no puede contar nada más de momento porque tiene mucho miedo.
Tras este pistoletazo de salida, Elly Griffiths (Londres, 1963) desplaza la acción en El secreto del rey cuervo a Blackpool, en la costa norte del mar de Irlanda, adonde Galloway se desplaza con Kate, su hija de dos años, y Cathbad, su inseparable amigo druida. Casualmente y sin saberlo, a la misma zona, que por cierto es su tierra natal, se desplazan el inspector Harry Nelson y su esposa Michelle, con el fin de intentar pasar unos días de vacaciones, aunque pronto todos ellos se verán envueltos en una tensa trama en la que se combinarán el misterio hallazgo de unos huesos que podrían confirmar la existencia de uno de los más legendarios personajes de la historia y las amenazas de un peligroso grupo de ideología extremista que pretende apropiarse de un símbolo histórico.
Y al margen de esta nueva investigación, los personajes de la saga siguen evolucionando y cogiendo un enorme peso en el avance de la historia. Ruth, la protagonista, sigue sin confiar del todo en sí misma en sus facetas como arqueóloga, novia e incluso madre, pero está en ello, y el devenir de esta quinta entrega le servirá para tener más claro, a grandes rasgos, su papel en las distintas facetas de su vida. Por su parte, el inspector Nelson sigue estancado en su relación con Ruth, y en su vida familiar y laboral no parece tampoco estar en su mejor momento, con un halo de tristeza persiguiéndole a lo largo del libro. Pero sí parece atisbarse una pequeña grieta que poco a poco va abriéndose, quizá impulsada por la llegada de su hija Kate, que parece estar removiendo muchos sentimientos y haciéndole ver la vida desde otro punto de vista.
En cambio, Cathbad es la nota alegre de esta saga, un personaje refrescante, entrañable y especial que consigue arrancar carcajadas y que sirve para quitar hierro hasta a los momentos más tensos de la novela. Su filosofía de vida y su modus vivendi son uno de los puntos fuertes de esta serie de novelas.
Intriga arqueológica, suspense, archimagos y personajes de leyenda se mezclan en una novela entretenidísima que se lee en un pispás y que, como ocurría con las cuatro anteriores entregas, sigue dejando con ganas de más.