La exposición del pintor LPOP & BONUS TRACK llega a Elche.
por Sandro Maciá
“Yo no pinto para gustar, pinto para expresarme”. Dicho por cualquiera, estas palabras pueden resultar tan soberbias como desafiantes. Sin embargo, en boca de una artista de la talla de Antonio De Felipe (Valencia, 1965), desprenden una ilusión y un carácter del que pocos pueden presumir.
Y es que él -cuya presencia y trato son justificación propia del porqué de la claridad, la sinceridad y la brillante recreación que realiza del mundo y los iconos en cada una de sus obras- es de esas personas que tiene el don de entender y hacerse entendible desde una perspectiva realista en la que, sabiendo que el trabajo es el único camino transitable para llegar al triunfo, también tiene cabida la frescura, la imaginación y la autenticidad.
Sin trampa ni cartón. Sin más sobresalto que el que conlleva descubrir su capacidad de expresar con palabras la ilusión que cada nueva serie sigue despertando en él, el maestro del Pop Art nos recibe, bajo la atenta mirada de las obras de su LPOP & BONUS TRACK, en el Centro de Cultura Contemporánea de L’Escorxador (Elche), apenas unos minutos antes de la inauguración de dicha exposición para lograr, con las palabras que nos dedicará en los próximos minutos, lo imposible: que su obra, si cabe, nos enamore aún más.
Y así fue…
De Valencia al mundo. Nacido en la ciudad del Turia, su vinculación al arte ha sido constante ¿de dónde le viene tal inquietud artística?
Pues, la verdad, es que es una cosa extraña. Yo ya nací con el chip del arte puesto y, curiosamente, sorprendí bastante a mi familia, porque soy el menor de cinco hermanos y, sin ningún precedente artístico, fue una sorpresa para todos. Y, en realidad, estoy contento, ya que nacer con una aptitud tan marcada hace que toda tu energía se enfoque en una sola dirección. Creo que el secreto es que, en mi caso, el tener la vocación tan clara, desde que era un niño, es un elemento que ha jugado a mi favor.
Inquietud creativa, además, hasta en el primer empleo, pues usted compaginó sus años de estudio con el trabajo en una agencia de publicidad. ¿Habría sido distinto su estilo artístico de no haber compaginado sus estudios de Bellas Artes con el trabajo en una agencia de publicidad?.
Sí, posiblemente. Yo siempre digo que tengo una deuda con el mundo de la publicidad, porque ésta ha sido una formación complementaria que, junto a la académica, me ha permitido absorber muchas cosas que he aplicado en mi trabajo creativo, por eso aparecen en mi obra las referencias continúas al mundo publicitario y las marcas. Mi estilo basado en generar imágenes rotundas, seguro, viene de ahí y mi pintura, hoy, sería diferente si no hubiera pasado por allí. El estilo se va forjando a base de experiencias.
Y, visto ahora con perspectiva, ¿Qué tiene el arte de publicidad? ¿Y la publicidad de arte?.
Cualquier manifestación expresiva es artística, pero eso no quiere decir que cualquiera de ellas sea arte. Seguramente, cualquier expresión creativa que esté hecha para que los demás la disfruten, la recuerden y se emocionen, como puede ser la publicidad, desde un punto de vista objetivo, puede ser arte, pero no hay que olvidar que, dentro de esta idea, siempre hay escalas que deben mantenerse.
¿Y dónde considera usted que se le da mejor publicidad al arte español, en nuestro país o fuera de él?
Es complicado de decir. Es cierto que aquí, en España, muchas veces no valoramos nuestros talentos, por lo que estos acaban teniendo que irse fuera. Otros países sí que lo tienen más asumido y son conscientes de quiénes son sus estrellas e incluso de quién triunfa en un campo determinado, sea de donde sea. Se valora más lo excepcional. En España tendemos, en alguna ocasión, a “cortar la cabeza a quien destaca”. Y yo, siendo español, reconozco que me da rabia que seamos así y que en vez de potenciar nuestros valores, acabemos cayendo en la envidia, un “mal nacional” que he podido comprobar en mis propias carnes al ver como mi obra ha generado en estos más de 25 años tantos adeptos como detractores. Es normal, pero yo tengo claro que no pinto para gustar, pinto para expresarme y la pintura, como cualquier manifestación artística, conecta o no con unos o con otros.
En su caso, el tema de las fronteras no debe ser una preocupación, pues sus obras han recorrido el mundo. Sin embargo, ¿cuál es su cita pendiente?, ¿En qué museo o feria, de las que aún no ha estado, le gustaría ver colgada alguna de sus series?
Creo que en estas más de 80 [exposiciones] individuales he podido comprobar que el arte es un lenguaje universal que han llegado a entender hasta en lugares como Suecia y Alemania, que culturalmente son ajenos a nosotros y que, sin embargo, aprecian mi obra y captan la ironía y el color a modo de “plus”, de valor añadido a lo que ellos viven. Aún así, en cuanto a citas pendientes, aunque hay muchas, creo que sería Estados Unidos. Concretamente, Nueva York.
Con tanto éxito, y sumando a sus espaldas más 20 años de trayectoria, ¿qué queda de la ilusión por sorprender de aquel estudiante de Bellas Artes valenciano?.
Queda bastante pero, afortunadamente, como artista y persona, las vivencias hacen que uno se vaya adaptando y evolucionando. Sinceramente, me horrorizaría seguir con la misma mentalidad de cuando tenía 20 años. Lo que sí se mantiene es la ilusión, que siempre te recarga las pilas y los nervios. En eso me siento muy identificado con los actores, pues aunque sean grandes estrellas de Hollywood nunca pierden esos nervios que nacen antes de afrontar un proyecto nuevo. Eso es algo que yo aún siento y que me hace sentir vivo y darme cuenta de que siento un fuerte respeto por mi profesión. Ahora, por ejemplo, que voy a comenzar con una nueva serie ya siento esa ilusión.
Pero para ser exactos, no hay que olvidar que la trayectoria también te da un bagaje, sobre todo en la composición de las obras y en su ejecución, y eso ayuda a hacer las cosas mejor, a ganar en seguridad y a conseguir, en mi caso, un grado de limpieza en las obras que nunca antes había conseguido.
Y de la inspiración, pues sabemos que en esta exposición hay Madonnas, Bowies, Beatles, etc… entre otros iconos del siglo XX. ¿Qué tienen en común, a su modo de ver, estos artistas para sentir la necesidad de reunirlos en su LPOP & BONUS TRACK?.
Todos ellos son iconos de muchas generaciones. Por eso están aquí, porque lo que he pretendido con esta serie es rescatar imágenes que pertenecen a la iconografía popular y cuyo valor, por desgracia, tiende a desaparecer en cuanto al valor fetichista que tuvieron las carátulas de los discos a la hora de representar a éste. Hoy en día consumimos música, pero la imagen de los trabajos ha ido desapareciendo, siendo necesario un tributo a estas portadas que evocan recuerdos en todos nosotros. A mí, por ejemplo, la portada de Grease [reinventada por De Felipe en esta serie] me traslada a 8º de EGB, a mis compañeros, al estreno de la película…
De esta exposición, que ya ha recorrido parte de nuestro país, o de las anteriores ¿qué es lo más extraño que han dicho de alguna de sus obras?
¡Uy! Han dicho de todo. Desde cosas extrañas a bonitas, pasando por tacharme de comercial, algo que entiendo al haberse convertido algunas de las obras en iconos que, muy a mi pesar, han acabado “quemándose” por culpa de ser tan imitadas, como ha ocurrido con Audrey. Lo más bonito, sin duda, fue escuchar de una señora decir que mi pintura era terapeútica. Es precioso poder transmitir esas sensaciones. Hacer que la gente disfrute con mi obra me parece lo más importante. A lo negativo intento no darle importancia, prefiero no hacer caso ni de los halagos encendidos ni de las críticas más profundas.
Bien, pues sin querer seguir destripando su LPOP & BONUS TRACK, no podemos dejar más en el aire una pregunta tan manida como curiosa: si no fuera el artista que es hoy ¿qué cree que habría sido?.
Artista [sentencia De Felipe entre risas]. En serio, en esta vida hay que ser consciente de cuáles son tus talentos para poder explotarlos. Sean los que sean. Siempre pongo el ejemplo de Nacho Vidal: si tienes dotes para el porno, ¡haz porno! Lo más importante es descubrir tu vocación. Yo lo tenía tan claro que no me veía haciendo otra cosa.
Y no podía faltar: ¿un libro de cabecera?
Breakfast at Tiffany’s de Truman Capote. Es breve y, aunque más cruda que la película, deliciosa.
¿Una película?
Hay muchísimas, pero podría ser Lo que el viento se llevó. La he visto muchísimas veces, pero no puedo empezarla y no ver el final, aunque me lo sepa de memoria. Me hipnotiza. Soy un enamorado de los clásicos.
¿Y un disco?
El de Mecano [disco homónimo del año 1982], que fue el primer Lp que me compré y que, además, fue el que inició esta serie de LPOP. Tiene para mí un valor emocional, como lo tendrá para muchos de los asistentes que, como yo, en su día fueron por primera vez a una tienda de discos a por éste.
Y así, con el mismo estilo que le acompaña allá donde va, Antonio de Felipe se despide, atento al reloj, único indicador de que las puertas de la sala de exposiciones van a abrirse para presentar esta serie como se merece -y como nadie imaginaba- con un recorrido en el que el propio De Felipe nos llevó por toda la sala, obra a obra, desnudando el alma.