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Siempre vienen de noche de Alberto Caliani

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por Ana Olivares

Siempre vienen de noche de Alberto Caliani

Siempre vienen de noche de Alberto Caliani

Los demonios.

Cuando las campanas suenan, la muerte ronda el monasterio de Piedra.

Esta es la época perfecta para sumergirnos en novelas de misterio que nos transporten hasta lugares recónditos, ambientes húmedos y fríos, siempre desde la comodidad de una buena manta y un sillón en el que acurrucarnos a devorar sus páginas. Por eso os traigo lo nuevo de Alberto Caliani, un thriller histórico ambientado a mediados del siglo XVI en Nuévalos, una recóndita aldea de la España profunda en la que el respeto por las tradiciones religiosas y el folclore se han apoderado de las mentes de sus gentes porque sus hijas están desapareciendo, se las llevan los demonios oscuros del bosque y ya nunca regresan.

La acción se inicia a las murallas del Monasterio de Piedra, famoso en la zona, donde aparece una de las niñas que se daba por muerta. Aunque su estado es penoso y de aparente locura, en lo que todos están de acuerdo es que está ida, no le queda nada de la niña que fue, no tiene alma. Al menos eso es lo que dicen los monjes que la encontraron y su padre, el comendador de Nuévalos. Lo insólito del caso y de los diversos sucesos que preceden esta repentina aparición pone al frente del caso a nuestro indiscutible protagonista, Dino D, Angelis y su compañero Neuit. Luego tenemos a la doctora francesa Charlène junto con Heliodoro Ventas y Víctor de Cortada, hijo de Ricardo de Cortada y Foces, comendador de Nuévalos. Formarán una especie de comitiva especial con pase firmado por la mayor autoridad eclesiástica para investigar y resolver dicho misterio. El equipo en cuestión es bastante atípico, aunque funciona con sus contrastes y las aportaciones personales que cada uno ofrece. En algunos casos resultará un poco raro ver cómo se desenvuelven socialmente a pesar de las convenciones de la época, sin embargo, hablamos de literatura, por lo que todo
vale en pro de una buena historia. Incluso tenemos una especie de tira y afloja entre dos de los personajes, la tentativa de un romance fallido, algo torpe por parte del intruso, que da bastante juego incluso dentro de la trama, sin interferir, claro está, en las relaciones interpersonales de los más destacados.

La relación fraternal que mantiene el protagonista con su compañero Nuit es reconfortante, y da un toque de humor que nos resultará casi familiar por ser necesario dentro de una novela con toques de aventura. Y a pesar de la ambientación, que ya hemos comentado, es sólo una distracción para el lector, para que no intuya la verdadera trama que se esconde en un caso marcado por el miedo y la superstición; otro componente imprescindible es la ambición personal de los aldeanos, en su mayoría sospechosos o conspiradores de la desaparición de sus propias niñas.

La investigación cada vez se irá tornando más turbia y peligrosa, poniendo sus vidas y las de sus colaboradores en juego, desatando así una serie de acontecimientos funestos que marcarán las noches de Nuévalos y las de todos sus habitantes. Nos adentraremos en minas abandonadas, bosques frondosos y oscuros, edificios casi perdidos entre aldeas abandonadas de la mano del señor.

Un cóctel apetecible repleto de acción en el que el thriller histórico de nuevo cobra sentido.

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