El placer de matar a una madre de Marta López Luaces.
por Vanessa Díez Tarí
Aquella casa me asfixiaba. Sus gritos desde el desayuno eran insoportables. Se buscaban aunque fuera para terminar discutiendo. Él la insultaba y ella le hablaba con desprecio. Él se sentía herido y tan sólo atacaba a cada gesto. Ella echaba veneno e intentaba manipular cada situación en su beneficio. Las hijas no eran un medio si no un fin mediante el cual conseguir salir victorioso en la batalla. El cariño era un lujo y el amor no existía aunque se mencionase.
Él se marchó y ella siguió en la finca. Años me quedé para ayudarla. Hasta que enfermé. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Mi madre es la única que consigue sacarme de mis casillas hasta extremos insospechados. Para conseguir sus objetivos emplea todas sus artes. No soy capaz de dejarla caer y ella lo sabe. Hace lo que ha visto generación tras generación y no cuestiona si debe o no hacerse y de qué forma. El deber de los hijos hacia el cuidado de los padres en otras épocas era incuestionable. Antes no existía ningún tipo de ayuda social tan sólo los hijos.
Si hubiera nacido antes quizá hubiera muerto de pena. En esta vida estuve a punto de hacerlo. El peso del deber, hacer aquello que los otros esperan de ti, ser una buena hija y una mujer como debe ser. En aquella época oscura todo lo que se saliera de lo que se consideraba debido se tachaba de locura. Quizá hubiera terminado en Santa Faz (Hospital Psiquiátrico de Alicante).
La dinámica familiar nos convierte en quienes somos. Nos comportamos de determinada forma porque fuimos parte de algo y cumplimos un cometido. ¿Fuimos la hija guerrera o conciliadora? ¿Abrimos caminos? ¿Fuimos sumisa o inconformista? ¿Fuimos la cuidadora o tan sólo pensamos en nosotros? Tu lugar en relación a los demás te muestra parte de ti.
Isabel se ha quedado en casa cuidando de su madre. Era lo que debía hacer, no lo que hubiera querido. Aunque mostraba una apariencia de buena hija, bullía en ella otro tipo de vida. Los libros eran un camino que ella deseaba seguir y en su entorno todo era tedioso para ella. Sus padres no sabían que harían con ella, pues no deseaba casarse. No era cómo las demás chicas de su entorno, no le interesaba el mundo femenino ni se le conocía hombre en su vida.
Nadie se explica los motivos. Isabel ha matado a su madre. La buena hija ha quitado la vida a quien se la dio. ¿Un arrebato en una discusión o algo premeditado? Nadie lo hubiera pensado. El padre era un hombre de carácter pero de ella nunca lo hubieran dicho. Ella confiesa y termina en el psiquiátrico. ¿Pero qué te lleva a quitarle la vida a tu madre? Toda la familia la deja allí aislada, ella tampoco quiere ver a nadie, ni quiere hablar de lo que sucedió.
“El placer de matar a una madre» de Marta López Luaces nos revela historias de mujeres que se salían de la norma, pero que siempre han existido. Muchas eran alcohólicas o putas, pero no locas. Sus familiares las recluían en estos centros para no hacerse cargo de ellas y de su tipo de vida. Lo terrible eran las condiciones de insalubridad de muchos de estos sitios, si una no llegaba enferma realmente podía llegar a estarlo e incluso caer en la locura gracias al atraso en los métodos empleados todavía entrados los años setenta. Fármacos y celdas de castigo. Las locas de cada generación han generado los cambios hasta nuestros días. Gracias.