Kung fy y su LÍQUIDO fluid.
por Sandro Maciá
Ep debut de Kung Fy: Fluid
“El arte es un vehículo para conocernos a nosotros mismos”. Chapó. Miren que yo soy de andarme con más rodeos que un político en esto de dar a conocer a los artistas que traigo a los párrafos del presente webzine, pero es que, ante tal rotundidad conceptual y metafórica, uno no puede más que parafrasear las palabras antes escritas para dar entrada -primero por la vista y, una vez leído esto, por el tímpano- a un joven que no sólo sugiere e incluye como parte de su promo tal verdad, sino que la dota de sentido con cuatro canciones difícilmente olvidables -en el mejor de los sentidos, cómo no-.
¿Les suena el nombre de Adrián? Seguro, pero, ¿y el de Kung Fy? Lo hará, si es que aún no lo ha hecho, porque así es como se presenta el músico que firma los cuatro cortes a los que nos referimos. Los cuatro huesos que conforman un esqueleto que lleva por título Fluid (Flor y Nata Records, 2018) y que, fruto de la maduración concienzuda -y consciente- a la que todo buen producto debe someterse, ve la luz ahora en forma de Ep con una intención tan clara como determinante: “transmitir un mensaje asociado a una filosofía de vida” y conceptualizar cada tema en base a que termine formando parte de una fluidez que nos lleve a imaginar “un universo exportable a muchos niveles”.
Puede que sea este el motivo que lleva a Kung Fy a ofrecer un repertorio variable y estilísticamente variado. Es más, es posible que esa idea sea la que sirve como eje gravitacional para que cada canción se sitúe en una órbita donde el oyente quedará atrapado. No lo dudo, pero ¿no es difícil, aún teniendo tan claro un concepto, proceder a su desarrollo sólo con música y letras? Mucho. Sin embargo, Adrián lo consigue al ir tejiendo una fluidez continua e integradora entre las marcadas guitarras de Never gonna let U go -acompañadas de unos versos animados y coreados, incluso entre silbidos, con tintes de rock clásico pero con un toque propio-, la paz de Keep calm, nothing is planned -con percusiones y cuerdas de lo más reggae, pero combinada con una voz a veces rasgada, suaves coros y un ritmo más dinámico que el del citado estilo-, la suavidad y el carácter ligeramente pop de Live, love, laugh, learn -cuyas cuatro eles van sucediéndose entre unos arpegios bien colocados y unas estrofas interpretadas con comedida efusividad y con la alegre convicción de poder aprender de todo para vivir de lo aprendido- y la penetrante energía de Human being, dosificada en un principio y expandida después en una hipnótica serie de frases que, regidas más por la sonoridad que por el significado, le confieren un bonito final, tanto al tema como al disco.
Un final, este, que no debería llegar, ya que, si más tracks hubiese, más giros rítimicos encontraríamos, sin duda. Pero, ¿acaso no es bueno quedar a la expectativa de que este bonito proyecto, producido por Gatomidi en los Flower’s Caverns Studios, pueda tener continuidad?.