Uniforms, conviviendo con dinosaurios en Gris.
por Sandro Maciá
¿Es Jaén la nueva Tierra Prometida? ¡Casi! Porque si hubo unos años en los que el privilegiado ambiente de la emergencia sonora no hacía más que extenderse por las zonas de Murcia y Granada, ahora, casualidades de la vida, parece que este gen de la hiperactividad creadora -¡Dios quiera que dure!- se cierne sobre las tierras de la «Muy Noble y Muy Leal” -así reza el título que ostenta-ciudad andaluza, a juzgar por los nuevos talentos que de entre las serranías de la que fuera en su día “capital del Santo Reino” empiezan a surgir.
¿Recuerdan a los chicos de El Niño Erizo? Pues ni una semana ha pasado desde aquel encuentro con El problema se resuelve con abrazos (Flor y Nata, 2018), más que digno debut de estos jienenses, y ya ando poniendo el tímpano de nuevo en esta soleada parte de Andalucía al ser preso de más ecos de talento, de más sonidos a los que prestar atención, de ese rugir que sólo acompaña a los trabajos que emergen con la fuerza que lo hacen otras vecinas del lugar: las chicas de Uniforms, que hoy descubrimos gracias a Gris, un encantador single.
Y es que, por exagerado que parezca, basta con escuchar esta segunda entrega de su Polara (Oso Polita, 2019) -disco de debut que se presentó con la canción EDMP como buque insignia- para no sólo querer peregrinar al mismísimo Jaén donde Pan (batería), Natalia (guitarra) y Annie (voz y sintes) dieron forma a la banda en 2016, sino para querer quedarnos a vivir allí, disfrutando del universo dreampop que recrea este tema de breve título pero de largo alcance.
Presentado por las propias autoras como un tema que expresa “un estado de ensoñación y está dedicado a personas especiales a las que se les otorga la inmortalidad”, Gris atiende semánticamente a lo que en sí representa, ya que lo etéreo y onírico suponen los pilares sobre los que se sustentan los cuatro minutos por los que transcurre. Pero, ¿acaso no encontramos, también, un contraste digno de ser destacado en este nombre tan claro y conciso? ¡Ajá! Así es, pues la suavidad que nos sugiere la grisácea palabra explota en mil colores cuando, desde el eléctrico y casi atmosférico loop que da el pistoletazo de salida, empieza a desplegarse un sinfín de matices, como si de colores se tratase, para ir dando forma a unas estrofas que parecen diluirse y flotar hasta terminar, como no podría ser de otra manera, uniéndose en una contundente espiral de fuzz y distorsión.
¿Shoegaze? Algo… ¿Psicodelia? También. Pero, sobre todo, amplitud, sonora y visual, ya que Gris nos llega acompañada de un fantástico videoclip que, bajo la dirección de David Montes, ha sido rodado en Super-8 en la Ruta de las Icnitas de la provincia de Soria, lugar donde esa inmortalidad de la que hablábamos parece hacerse más patente entre las reproducciones de los dinosaurios que la habitaron allí hace miles de años y que, ahora, parecen coexistir con las tres protas.
Jurásica propuesta de rabiosa modernidad. ¡Eso sí es ser inmortal!