La mujer singular y la ciudad de Vivian Gornick.
por Vanessa Díez
Eres rara. Fue una afirmación rotunda. Cayó sobre mí el peso de la verdad. Me esforzaba por camuflarme entre los demás cuerpos e intentaba que mi cabeza no sobresaliera del rebaño común. Sin éxito. Muchas veces tan sólo mi humor me delataba, si llegábamos a mis gustos ya me quedaba en bragas y a veces sin ellas. Un amor desmedido por los libros, los animales, los remedios naturales y en los últimos tiempos huyendo de gluten y lácteos. Un cóctel interesante no apto para principiantes. Además durante los últimos años me he ido a vivir al campo apartada del mundo con animales claro está. Así podríamos decir que sí me identifico como una mujer singular. Mujer libre de pensamiento, palabra y omisión.
Vivian Gornick nos hace regresar a Nueva York. Nos pasea por la ciudad. Nos deja ver sus recovecos. Ha crecido en ella, ha cambiado de modo de vida en sus barrios y ha bebido sus calles. En Apegos Feroces daba vueltas sobre el conflicto materno-filial de modo más continuo, aquí aparece pero de distinta forma, parece asumido con la edad y el paso de los años. Somos el resultado de lo que hicieron con nosotros y nuestros padres de lo que hicieron con ellos.
Gornick va alternando relaciones intermitentes con hombres con la amistad de su amigo Leonard. Ambos comparten la crítica ácida ante lo que sucede en el mundo. El pesimismo les une y reafirma su existencia. Pasean por aquellas calles e identifican otros tiempos, otros rostros que no volverán. Cultos, lúcidos y decepcionados ante la realidad, demasiado conscientes de la herida, del dolor que causa, se protegen detrás de su máscara de incredulidad. Ella afirma, él es gay y yo soy la mujer singular. Juntos comparten su infelicidad y una mordaz visión de la realidad. Alternan sus estados de apatía y ven en el otro lo que otros nunca verán. Aprecian el valor de la verdad, aunque duela, sabes que no te mentirán.
Gornick nos habla del mito del amor romántico. Tras varias relaciones con hombres no era capaz de aceptar el escozor en el alma que producían las relaciones. Pasaron los años pero seguía atormentándola, siendo un conflicto en su existencia. Como mujeres nos mostraron un camino, que debíamos seguir si queríamos obtener la felicidad, comprobaremos que por muy bien que se sigan las instrucciones nunca habrá garantías en una relación. Además dolerá siempre, no importa cuántas veces sean, no importa lo duras que aparentemos ser ante los demás nuestra alma sufrirá una grieta con cada partida, sea nuestra o suya. Y llegaremos a pensar que éste no es el adecuado, pero seguimos adelante, quizá tampoco seamos la adecuada y el continúa también con este engaño y ambos metemos los dedos en la herida que ya había lacerada en nuestro costado ¿quién es el adecuado? Y sigues dando vueltas sobre ti misma sin saber hacia donde dirigirte y qué camino tomar.
Gornick se identifica en los personajes literarios de mujeres en la época moderna. Se describía a las feministas como mujeres nuevas, mujeres libres, mujeres liberadas; pero el término adecuado sería mujeres singulares. Ella como su protagonista femenina también dijo: ¿un amor sin igualdad? Viviré sin él ¿hijos y maternidad? Son innecesarios ¿censura social? Tonterías. Reconoce el abismo que existe entre la teoría y la triste realidad, las contradicciones que una misma lleva a sus espaldas. ¿Renunciar? Cuando la vida te obliga, mientras luchas con todo y contra todo, incluso contra ti misma, porque quizá en algún momento lo que no ansiabas se convierte en tu mayor anhelo y no alcanzarlo en el tormento más grande.