Lola Vendetta y los hombres” de Raquel Riba Rosi.
por Gemma Juan Giner
Todos tenemos la obligación de educar en igualdad a las niñas y niños. Madres, tías, amigas, medios de comunicación, colegios…
Debemos enseñar a las niñas a decidir por ellas mismas, a ser libres, a qué elijan lo que de verdad sientan. ¡Nadie tiene el poder sobre ellas! Lo mismo ocurre con los niños, ¿por qué se cuestiona su masculinidad si, por ejemplo, no juegan al futbol?
Lola Vendetta, en su tercer libro “Lola Vendetta y los hombres” habla de la presión que se ejerce sobre las niñas para que se comporten de manera femenina, elijan ciertas profesiones o den más importancia a su físico. También hemos escuchado cientos de veces el “los niños no lloran”, “a ver quién la tiene más larga” o “eres el cabeza de familia, el que trae el pan a casa”.
A partir de estos prejuicios Lola Vendetta iguala a niños y niñas, a hombres y mujeres, y trata de manera visual las presiones de ambos, las que nos autoimponemos y también las que nos lanzamos unos a otros. Una reflexión completamente necesaria en estos momentos que vivimos.
¿Realmente somos conscientes del daño que les hacemos a los niñ@s juzgándoles de esa manera?
Debemos educarles para que escuchen su cuerpo, su vagina, su pene, y así, decidir qué es lo que les gusta y lo que no. Pero el problema viene cuando la única educación sexual que tienen nuestros jóvenes es el porno.
El tercer libro de Lola Vendetta de Raquel Riba Rossy, “Lola Vendetta y los hombres”, nos ofrece una buena dosis de humor sarcástico y sin censura para contar el día a día de una figura femenina feminista.
Como bien indica la autora, “no podemos construir una cultura de paz si no recogemos los muertos de nuestra propia violencia, y todos somos la violencia. Porque ser quien mira a un lado, apunta con el dedo y se exime de responsabilidades es reforzar el sistema violento. Todos tenemos muertos bajo nuestros pies, porque con las palabras también se mata lentamente”.
Es un libro de madurez a través del cual la autora se ha cansado de buscar culpables. Afirma que le da más paz buscar soluciones. Es un salto a la madurez consecuente con el origen del personaje y sus ideas. Por ello, pide perdón y entierra el hacha de guerra. Lola Vendetta habla de un mundo en el que hay machismo ante el que vengarse, pero también matiza que hay un universo masculino con el que convivir y al que querer. Porque no puede haber un nuevo feminismo sin una nueva masculinidad.
