Una promesa de juventud de María Reig.
por Lara Vesga
Una historia sobre la Segunda Guerra Mundial contada desde un punto de vista absolutamente novedoso y original es lo que nos ofrece María Reig (Barcelona, 1992) en su segunda novela Una promesa de juventud. ¿Cómo se vivió la contienda desde los colegios internacionales de Suiza, un país neutral en el conflicto?
St. Ursula es uno de estos lugares, un internado para chicas de las más altas esferas y de todos los puntos del globo terráqueo. La española Sara Suárez acaba de ingresar en él y una de las alumnas veteranas, Charlotte, será la encargada de integrarla. Aunque no tendrán el mejor de los comienzos, poco a poco irán fraguando una amistad que se verá interrumpida ante el avance de Hitler por Europa.
Treinta años después, Caroline Eccleston prepara su tesis sobre estos internados y, mientras se documenta, el hallazgo del cierre misterioso de uno de ellos enciende su curiosidad y la empuja a viajar a Zúrich para emprender una investigación y hallar respuestas que acabarán trascendiendo la mera búsqueda de fuentes y datos para su tesis, hasta convertirse en una meta casi personal.
Internados en mitad de bosques, misterios, historias de amistad y amor y una de las peores guerras de la historia de la humanidad se entremezclan en «Una promesa de juventud». Tras el éxito cosechado en 2019 con «Papel y tinta», una novela de ficción histórica que pudo publicarse gracias al éxito que tuvo una campaña de crowdfunding desarrollada por la autora en 2018 y que acabó convirtiéndose en un fenómeno editorial, María Reig vuelve con una historia que pone el foco en Suiza.
Este ya de por sí punto de vista original se acrecienta con la experiencia que tuvieron los alumnos de los colegios internacionales del país, algo sumamente interesante. Mientras fuera de los muros de esos internados el mundo se dividía en dos bandos, dentro de ellos los hijos de unos y otros hacían amistad, e incluso se enamoraban, dejando de lado la política, las diferentes ideologías, religiones y cualquier tipo de prejuicio.
Para ponerle el contrapunto al internado femenino St. Ursula, la autora coloca en las inmediaciones otro masculino, el Institut Sankt Johann im Wald. Ambos colegios se reúnen oficialmente en ocasiones y, extraoficialmente, en el bosque que los separa, alumnos y alumnas se juntarán para fraguar amistades y también amores.
Y aunque esos oasis de paz y conciliación acabarían también por verse afectados por la Segunda Guerra Mundial, no así lo harían los lazos de amistad y amor que se habían fraguado en ellos, duraderos por siempre.