Algunos hombres insaciables de Almudena Vidorreta.
por Rubén Olivares
“…De la poesía a la justicia, entonces. Justicia poética, si quieres. Porque esa es la triste realidad: en el mundo hay más poesía que justicia…”
‘Invisibles” – Paul Auster
“Algunos hombres insaciables” es una ventana de apasionada poesía a través de la que penetran versos cargados de potentes metáforas oníricas, sensualidad femenina y una personal visión del amor, en el sentido más amplio de la palabra. Salmos de una nueva Biblia escrita con una voz marcadamente femenina, este poemario se compone de largos poemas en verso libre, declaraciones sobre las relaciones amorosas y la reivindicación del yo, la búsqueda de un renacimiento personal y social que borre lo antiguo para dar paso a un nuevo mundo. Reeditado tras doce años desde su primera publicación, tenemos de nuevo la oportunidad de descubrir la obra de esta poeta. Y que nadie se alarme por su juventud cuando redactó este poemario, pues por suerte además de escribir en verso libre es una rara avis que se aleja, afortunadamente, de las tendencias más extendidas entre otros jóvenes escritores aupados a la categoría de “jóvenes poetas” por los hombros de una potente campaña de marketing y publicidad, que basan su poesía en el minimalismo, el lenguaje directo, las imágenes degradas y empobrecidas y una impostada sensibilidad que pretende trasladar el lenguaje corriente que domina las calles y las redes sociales a la poesía. Por suerte, Vidorreta abandona esta senda para adentrarse sin miedo en el uso de un lenguaje que busca traspasar y llevar al límite los recursos estilísticos, imponiendo un tono reflexivo pero profundamente poético en cada una de sus composiciones. A lo largo de este poemario nos acompañan potentes imágenes (la lluvia, los hombre insaciables, la sangre, la muerte y resurrección) que evocan la renovación, purificación, la limpieza y redención que el fiel debe llevar a cabo antes de prostrase ante la divinidad y que surcan las “Siete cartas”, los “Siete cantos” y los “Últimos acontecimientos” que conforman “Algunos hombres insaciables”.
Este poemario bebe, por un lado, de la tradición de los libros “sagrados”, revelados por un ente superior que transmiten su verdad y, por otro lado, de la herencia de las mujeres que portan un nuevo renacer, que traen la esperanza de un nuevo mundo que forjan con sus manos. Una imagen nos acompaña a lo largo de toda la obra, “los hombres insaciables”, símbolo de una fuerza irracional, de todo aquello que debemos abandonar para avanzar, que sirven de contraste con el resto de ideas. Como paso previo al renacer del nuevo yo, es necesario la muerte simbólica de lo antiguo, idea que puebla el poemario a través de imágenes de ahogo, diluvio, agua, falta de aire, la muerte física pero también de las fuerzas primitivas que nos constriñen y amenazan, que deben ser atravesadas como océanos para alcanzar el nuevo mundo, el abandono de lo antiguo para alcanzar la otra orilla, la esperanza, nuestro nuevo yo, el paraíso que deja atrás lo pernicioso, lo que debe ser superado y que Vidorreta se propone llevar a cabo junto a la estirpe de mujeres valientes (Ofelia, Virginia, Marilyn). Tras este diluvio sólo nos queda el elegido, el nuevo hombre justo digno ante la divinidad junto al que fundar la nueva estirpe en el mítico vergel. La madurez, el abandono de los sueños de adolescencia, la superación de nuevos retos, nos acompañan tras la tormenta y dan paso a una nueva idea que vertebra el poemario. Es el momento de refundarse, de superar la indiferencia, de construir el nuevo mundo, y en este punto “Algunos hombres insaciables” transmuta en mito fundacional de la nueva humanidad, un canto que pretende construir una nueva historia encarnada en la niña que llora entre desconocidos, entre la enajenada mujer que apuñala a su ídolo (Juanita Jones apuñalando a Jackie Wilson) y que dan paso a un cambio, una renovación, una refundación de nuevos hombres, un apocalipsis que transforma lo anterior.
La propuesta poética de Vidorreta nos obliga a revisar las ideas que considerábamos como inmutables, aquellas que dormitan en nuestra memoria, a revisar los mitos fundacionales, a cuestionar los pilares de la civilización, a posicionarnos en la vanguardia, a abandonar ideas preconcebidas. Vidorreta nos muestra los oráculos del nuevo siglo, desnuda las divinidades y nos prepara para el nuevo porvenir. Soplan nuevos aires renovados en la poesía española que prometen llevarnos lejos.