EL GABINETE DE LOS OCULTISTAS de Armin Öhri
por Ana Olivares
El segundo caso de Julius Bentheim.
Albercht Krosick y Julius Bentheim son colegas, dos estudiantes de Leyes de Berlín que viajan a la Suiza de la Marca de Brandemburgo para asistir al acontecimiento de fin de año sustituyendo al comisario Gideon Horlitz y a su mujer. Lo que comienza siendo una magnifica velada de Nochevieja de 1865 acaba convirtiéndose en una burla del destino para el grupo de invitados que aloja en el castillo campestre de Buckow, donde el barón Valentin von Falkenhayn los había reunido para un copioso banquete seguido de una sesión espiritista. La velada acaba con un aparatoso accidente dónde fallece uno de los asistentes, y en total eran trece. La superstición y el folclore no tardan en enturbiar las causas de esta muerte. Pero nuestra pareja de colegas tomará cartas en el asunto iniciando una investigación paralela y casi un experimento social para poder aclarar las verdaderas causas del caso que los aguarda. Valiéndose de su ingenio y de sus contactos, tratarán de resolver el caso a la par que lidian con sus propios problemas personales y la sed de ingenio que los obliga a demostrar que la ciencia debe prevalecer siempre por encima de las creencias o la tradición.
Regalándonos a su vez, un discurso muy extendido en una época dominada aún por la ignorancia generalizada de la sociedad. Se pone en marcha entonces una cadena de acontecimientos, detalles y conclusiones que Albercht Krosick y Julius Bentheim tendrán que resolver, pero no al estilo de Sherlock Holmes, ya que los caracteres tan marcados de nuestros protagonistas los diferencia sobremanera. Gracias al pícaro e ingenioso Albercht, y al observador, reflexivo y enamorado Julius, conforman una pareja de detectives ocasionales muy decente. Bajo el pretexto de demostrar que la superstición no debería prevalecer ante el pensamiento crítico o más lógico, crean el Gabinete de los ocultistas para valerse de la prensa como cómplice de su intención. Justo al final aparecerá el comisario Gideon Horlitz para poner orden en esta escala de asesinatos tan inconexos entre sí y que aparentemente no guardan relación.
Este es el segundo caso de Julius Bentheim, por lo que no es difícil reconocerlo como protagonista ya que se continúa su trágica historia de amor con Filine, la joven con la que se fugó enamorado y que el padre de esta le ha arrebatado por considerar su unión indecorosa. Un padre párroco, más comprometido con la religión que con su propia hija. Estos capítulos sirven como paréntesis en el caso que nos aborda. Quizá en este sentido se trate de ahondar en su protagonista y en los típicos simbolismos del romanticismo clásico, pero restan algo de ritmo a la trama, aunque en eso consiste el suspense más tradicional. Se maneja un estilo clásico, donde cada capítulo se sucede como escenas que rebosan de romanticismo propio del siglo XIX, realzando el misterio y el imaginario que dominaba la época. Una novela muy visual sin descripciones cargantes, lo que demuestra una narración precisa, impecable, potenciada por el uso de un leguaje adecuado al tiempo en la que está ambientada la novela.
Me ha parecido muy original como ha resuelto su autor este entresijo, apoyándose en cuestiones científicas que denotan el cambio de siglo en el que la ciencia intentaba demostrar la verdad pese a la mentalidad supersticiosa de la época; siempre en contraste con una mayoría social que todavía andaba anclada en el miedo al castigo divino y a la superstición.
Se trata de una lectura elegante que nos transportará a mediados del siglo XIX, donde el ocultismo y los misterios se entremezclan con una realidad difícil de afrontar por las complicaciones de vivir en una sociedad demasiado temerosa de la verdad. Una novela muy recomendable y amena.