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Esta flor secreta de Carmen Conde. 

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por Vanessa Díez Tarí

Nieves Muriel nos dice en el prólogo que entre Carmen Conde y Amanda Junquera Butler hubo una relación amorosa que dura toda su vida y que tanto los maridos como su círculo más cercano lo sabía. La idea de unos maridos que no presentaron batalla ante este hecho, aunque se resignaron con el tiempo me presentaba muchas dudas. Así acudí a la biografía de Ferris sobre la autora. “Carmen Conde: vida pasión y verso de una escritora olvidada”. No es sólo que Carmen perdiera una hija y esto cambiase su forma de relacionarse con su marido, que también. Si no que vamos viendo como él dispone de ella, antes y durante la guerra, la reclama en varias ocasiones y ella debe acudir al destino de él con el peligro de las bombas sobrevolando el espacio aéreo y el miedo en la piel de esta mujer ante tal destino. La sigue reclamando después de la guerra, cuando ella ya no acude a él. Las cartas del marido donde la acusa de no ser una buena esposa, de dejarlo abandonado y de no querer tener hijos. Esto nos describe a la poeta. No es sólo que su vida da un giro tras conocer a Amanda y ambas se descubren la una a la otra, como en el Peñón de Ifach. Y que disfruten de la mutua compañía y de compartir. Si no que Carmen, mujer fuerte y de carácter, se cansa de ir detrás de su marido y empieza a establecer límites, a llevar la vida que desea y ponerse por delante de los deseos de él, algo que en aquel momento en una mujer era muy revelador. Ferris nos ofrece las cartas que nos dejan ver muchos de estos momentos, con el marido y con Amanda. De su proceso y de su viaje como mujer y como poeta. Porque el marido regresa a ella y vuelven a vivir juntos, donde ella dispone que será en Madrid y se hará cargo de él como de su madre, pero ya no dejará su vida, él le imponía en sus cartas que regresara con él a Murcia. Ella se volcará en su vida literaria, escribiendo y dando conferencias, además de estar cerca de Amanda. Porque en esto coinciden tanto Muriel como Ferris, Amanda fue determinante para la creación de Carmen, escribirá prolíficamente inspirada por ella.

Carmen Conde nos abrió la puerta a hablar de deseo femenino y placer. El canon de feminidad que se impone a la mujer tras la guerra no es el que se estaba instaurando, si no que se regresa a la castración de la mujer y se impone su sumisión. Es la mujer de la generación anterior, finales del XIX y principios del siglo XX. Buena madre y esposa de fervor religioso. La mujer libre era peligrosa, era pecadora. Muchas de aquellas creadoras partieron hacia el exilio o sufrieron en las cárceles. Carmen Conde se vio obligada a sacrificarse y optar por el exilio interior. Sufrió un proceso judicial, pero pudo superarlo finalmente aunque se dilató en el tiempo. La poeta lo menciona en su diario antes de la votación para que entrase en la Real Academia “Los académicos entre Rosa Chacel y yo. Exilio voluntario, y cuarenta años de aguante con dignidad y valor y obra”. Carmen se significó durante la República mediante una función pedagógica con la Universidad Popular de Cartagena y las Misiones Pedagógicas. Antes de la guerra escribió en medios católicos, aunque durante la guerra escribiera en medios rojos. Esto jugó en su favor, además de haber tratado gente de ambos bandos en su Cartagena natal y en Murcia. Y además fue ayudada por Amanda, ya que su marido supo acercarse hacia el final de la guerra a los vencedores y ascender. Esta será otra de las dicotomías de la poeta, ese silencio impuesto de su sentir, ella seguía siendo católica, como su madre le enseñó, pero no podía negarse ese sentimiento como nos dice en el poema Sino “Arrancate, si puedes, esta espada que te atraviesa/ como si te hincara a las brasas del viviente dolor”.

En “Esta flor secreta” se nos presenta una selección de poemas de Carmen Conde a su amada Amanda. Así la poeta nos habla del despertar del cuerpo femenino, del secreto de las amantes, de la distancia y del anhelo del reencuentro. Entre metáforas y símbolos de la naturaleza, sea agua, río o rosa, e incluso de la luna o las estaciones, de los divino y lo profano, suele usar un tú que determina al ser amado, nunca menciona a un hombre, pero si nos fijamos en algunos versos se refiere a ellas o a ella. En el poema “Lo infinito” Ferris nos afirma “de ser el amante propiamente hombre, carecería de todo sentido Ser mujer y tuya. Pero, además, el modo de despertar en la piel de la enamorada levísimos gemidos, sedosos temblores, son impropios de un sujeto varonil”. Además de que fuera escrito a la vuelta de una excursión por la sierra que ambas hicieron. La poeta canta a la naturaleza en estos versos “porque eres como un río/ rozándome las rosas y los ayes/ Y que un céfiro de alondras venga dulce/ que tú llegues aventando mis heridas/ Ser mujer y tuya”. Todo es suavidad, el ser amado cura y ella es suya. Ser mujer y tuya. En los poemas “Deseo” y “Vela” la amada es la luna, convirtiendo al ser amado en un cuerpo celeste inalcanzable y femenino, habla en sus versos de su amor y de qué no está con ella. En “El Escorial” la poeta afirma con fuerza “Esto es mío / Aparto de la multitud un ser/ y ya no se me va del corazón. Sumiso y dulce me da el suyo”. En El Escorial vivía con Amanda, que tuvo que viajar para cuidarse de una enfermedad, fue el marido de Amanda quien confío en Carmen como cuidadora. En el poema XIV la poeta se refiere a su proceso judicial y la difícil empresa para Amanda ante un interrogatorio sobre ella, pero sigue refiriéndose a la segunda persona del singular para hablar del ser amado. El erotismo de “Hallazgo” es algo inusual para la época, tratándose de una poeta. Abiertamente habla de sus pechos y su desnudez y aunque dice juntos no menciona a un hombre. Esconde su sentir, lo mantiene en la sombra, pero lo nombra. En cambio en “Intuición” si nombra un Ella, pero lo enmascara al principio del poema al referirse a una voz, repite en un segundo verso la alusión a la voz para después soltar “Ella me arranca música noble”. En el poema “Primer amor” si se refiere a ella “¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,/ que toda cuanta eres cayera como lumbre”. En el poema “Confusión” la poeta se refiere a la nostalgia y al deseo por el reencuentro de las amantes “Entonces, juntándome a ti, fluiremos juntas”.

Nieves Muriel sitúa a la poeta como “un verdadero hito precursor del deseo femenino de contar la historia”. Y además nos dice “conforma una de las apuestas poéticas más importantes del pasado siglo y puede leerse ahora a la luz de esta relación entre mujeres que ilumina lo que la crítica había neutralizado”, es cierto que el libro citado de Ferris habla de Amanda como la eterna amiga, aunque sea una publicación de 2007. Con aquella biografía se la sacó del olvido, pero han hecho falta cerca de quince años para leer con libertad sus versos y a su amada. Disfrutad de la belleza de sus versos.

Esta flor secreta de Carmen Conde
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