Green Class 1 Pandemia y Green Class 2 Alfa de
David Tako y Jérôme Hamon.
por Lara Vesga
No se andan con rodeos los autores de Green Class a la hora de asomar la patita sobre de qué va su obra. Un grupo de jóvenes en actitud desafiante y armados hasta los dientes, el título Pandemia para la primera entrega de esta saga de cómics de 72 páginas a color y en tapa dura… El primer pensamiento del lector puede que sea que esto ya le suena. Y no solo por la situación sanitaria mundial a la que nos llevamos enfrentando desde hace ya casi un año, sino por el referente difícil de quitar de la cabeza de The Walking Dead.
Y sí, Green Class no deja de ser una historia apocalíptica, pero solo hará falta adentrarse un poco en sus páginas para darse cuenta de que esto es otra cosa. No tardaremos mucho en ver volatilizadas cualquier tipo de referencias e ideas preconcebidas que tuviésemos al ver las portadas de sus dos primeros cómics.
En esta narración un virus que crece de manera exponencial transforma a las personas en criaturas deformes con aspecto de seres vegetales, algo así como árboles diabólicos, que en ocasiones pasan de todo, pero en otras se muestran sumamente agresivos. Para contener esta pandemia rápidamente se extienden a lo largo y ancho del planeta zonas de cuarentena. Atrapados en una de ellas, a 2000 kilómetros de su hogar, se encuentra un grupo de amigos adolescentes de Canadá a los que todo este tinglado les pilla estando de excursión con su profesor. Sato, Beth, Linda, Lucas, Naïa y Noah se darán cuenta rápidamente de la gravedad de la situación e intentarán sobrevivir en un mundo que se desmorona mientras lidian a la vez con los típicos problemas de la edad del pavo en la que se encuentran. Y por si esto fuera poco, para más inri, uno de ellos se ha contagiado y poco a poco va transformándose en una peligrosa criatura que sin embargo no por ello tiene intención alguna de abandonar el grupo de amigos.
Con guion de Jérôme Hamon y dibujos de David Tako, ambos franceses, Green Class nos ofrece una historia fresca y reflexiva, con momentos de diversión y drama, que hará pasar un buen rato al lector de cualquier edad. Sus protagonistas adolescentes son una de sus señas distintivas, en contraposición a otras historias con similar temática que ponen el foco en los adultos, y donde sin embargo aquel grupo de edad suele pasar de puntillas. Es hilarante ver cómo ni unos monstruos gigantescos ayudan a veces a relativizar los inmensos problemas que uno siente que tiene ya de por sí por el mero hecho de ser adolescente.
La sensación de que la historia puede dar de sí y mucho es incipiente y a ello colaboran sin duda los dos acertados cliffhangers con los que culminan ambos tomos, dejando al lector con ganas de seguir acompañando a aquellos chavales mucho tiempo más.