Mi reconciliación con la endometriosis de Catalina Gallardo Hidalgo.
por Vanessa Díez Tarí
En este año que acaba de dejarnos nos hemos enfrentado a nuestros mayores miedos. Todo se detuvo, se perdió la libertad y la sensación de que nada podía hacernos daño en este primer mundo privilegiado. En otros rincones del mundo hartos de guerras y hambrunas seguro estaban ya curados de espanto y la fuerza de la costumbre les hizo reaccionar antes. Estuvimos detenidos en el tiempo, petrificados ante el cambio y cavamos nuestro agujero con las agonías propias y ajenas. El cambio a nivel global puede arrastrarnos en mayor o menor medida dependerá siempre de nosotros. De marzo guardo aquel recuerdo de ver Arrecife sin coches en la carretera y verme obligada por trabajo a salir de casa, sin estar confinada, pero con el nudo de la incertidumbre a cuestas.
Este 2020 ha sido un año maestro. Luchar contra los cambios o adaptarnos y evolucionar con ellos. Marzo para mi ha supuesto cambio desde que me operaron de endometriosis en 2019, desde el diagnóstico hice click y vi la necesidad de cambiar el rumbo de mi vida. Mi cuerpo me gritaba, algo no iba bien. Si seguía por el mismo camino sólo me esperaba enfermedad y dolor. La endometriosis es una gran desconocida todavía, lamentablemente en nuestro país están empezando a estudiarla. No hay un camino. Cuando me diagnosticaron supe que era un endometrioma gracias al libro de “Esta es mi sangre”de Élise Thiébaut, pero ni el cirujano después de operarme ni la ginecóloga me dieron opciones más allá de una intervención o de pastillas anticonceptivas o para el dolor. Y desde ese momento me dije como Alicia en la película de Tim Burton “yo hago el camino”.
Nadie podrá saber mejor que tú aquello que necesitas. En mi caso probé varias terapias holísticas. No importa si es yoga, zumba, natación, salsa, danza del vientre, naturópata, terapia metamórfica, especialista de suelo pélvico, dietista, acupuntura, bioneuroemocion, constelaciones, limpieza de colon, yoni eggs… El caso es que empieces un viaje hacia tu interior lleno de amor propio, porque esa es la carencia heredada de nuestras mujeres que debieron sobrevivir y cuidar de otros dejando de cuidarse ellas mismas. Y exhaustas llegaban al final de sus días. Por ello honro en mis textos a todas las mujeres que estuvieron antes de mí, especialmente a mi madre y a mi abuela, sin ellas, sin todas ellas no hubiera llegado a la endometriosis, pero tampoco hubiera alcanzado la vida y quizá no hubiera sobrevivido. Porque las mujeres de nuestra familia nos enseñan de qué forma ellas han protegido a los más indefensos para salir adelante, exponiendo su salud e incluso su vida. Todo se aprende. Es hora de desaprender, escucharte y cuidarte.
Para mí este año que termina ha sido el año en que he sido capaz de reconciliarme con mi endometriosis. Permitirme sangrar, dejar salir el dolor y escucharme. Darme tiempo para sanar. Todo un descubrimiento han sido la copa y las bragas menstruales para gestionar los días de mayor sangrado. Y este es el caso de “Mi reconciliación con la endometriosis” de Catalina Gallardo Hidalgo. En un breve texto sencillamente maquetado , ya que es autoeditado, nos cuenta su historia. En la contraportada nos dice que no es doctora para justificar que no encontraremos términos médicos para hablar de endometriosis y tanto mejor. Ella nos cuenta su camino desde el principio. Esas menstruaciones abundantes y dolorosas que fueron ninguneadas muchas veces y que eran un indicio de que algo no iba bien. También nos cuenta lo difícil que fue conseguir un diagnóstico. Lo importante que fue encontrar a alguien que entendiera qué le estaba pasando. Y después su forma de llegar a un trato más amable consigo misma a través de los cambios de hábitos con el ejercicio, la alimentación y el cuidado del suelo pélvico. Ha sido muy valiente. Hay que gritar el dolor y dejar salir todo lo que ha pasado. Aún así le dije a Catalina que me faltaba más de ella en este primer texto, aún no era el momento, pero es muy necesario que las mujeres con endometriosis cuenten sus historias. Así cuando otras lleguen podrán sentirse acompañadas y sostenidas. Es duro hacer el camino sola. Por ello mujeres como Catalina se atreven a enfrentarse al vértigo de crear una Asociación de endometriosis, los beneficios del libro (los derechos de autor) irán a este cometido tan necesario. Cuando estás vulnerable y buscas opciones hacia donde avanzar es muy bueno encontrar cerca mujeres que hayan pasado por lo mismo y puedan escucharte, abrazarte y dejarte llorar para soltar toda la carga que tu útero sostiene sobre tu alma. Y sin darte cuenta harás tu propio camino, porque la endometriosis no se cura pero si tú cambias todo cambia y el futuro será más amable. No sentir la necesidad de apretar la mandíbula para sobrevivir cada día es mucho.