Rigoberta Bandini, “perra” sin complejos
por Sandro Maciá
El universo propio de Rigoberta Bandini
Lo suyo es el claro ejemplo de que la emergencia no tiene ritmo. Puedes dar el salto a los oídos de miles -probablemente millones ya- de personas con lentitud o puedes llegar a conquistar el mundo con la rapidez de un cometa que va deslumbrando por donde pasa. ¿La mejor opción? No existe. Ambas son buenas y ambas podrían aplicarse a lo que hoy está aconteciendo en el panorama musical con alguien que no duda en apostar por un estilo que cala y gusta, pese a no haber sido tamizado por los clichés mainstream a los que estamos acostumbrados. Una artista que no se amilana al irrumpir fuertemente en las listas de éxitos con un tema donde el español, aún combinado con el inglés y la moderna electrónica, pisa tan fuerte como ella. Una valiente que no descarta una vida más libre si hubiera nacido “perra” y que ha sabido combinar lo etéreo de las “drugs” con el espíritu, todo ello, con un bonito nombre por bandera y mucha actitud: Rigoberta Bandini.
Así es, y así se la hemos presentado, señores y señoras. Porque aunque su verdadero nombre sea Paula Ribó, esta joven catalana, ya responde ante miles de fans con su artístico “pseudónimo” (sin anonimato, obviamente), ese que tantas alegrías nos está -y le está- dando. Ese que ha servido para firmar una serie de singles que, no sin originales presentaciones y conceptuales apariciones -por favor, ya tardan en ir a ver esa magnífica puesta en escena desde el convento de San Francesc de Santpedor, en su actuación del pasado mes durante el #VersionaThyssen VIII, del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza-, van subiendo como la espuma, creando una expectación que no decae pese a contar, ya en su haber, con seis composiciones que le han llevado incluso a colgar el cartel de “Completo” en el concierto que, dentro de la programación del festival Madrid Brillante, dio en el Teatro Reina Victoria de Madrid.
Pero al lío. Que si nos ponemos a hablar de currículum se nos va el tiempo y nos dejamos fuera lo estrictamente musical, es decir, lo que ciertamente nos atañe de la que nos empezó a enamorar con su In Spain we call it Soledad. ¿Les suena? ¡Claro! Como para no seguir teniendo bien presente ese himno de electrónica suave y fusionada rítmica y verbalmente…
Pues si dicha canción -¡fan! tal cual-, que supone una vuelta de tuerca al spanglish “tradicional” -con referencias a la propia Mónica Naranjo y episodios de buenos sintes-, ya nos enganchó sin tregua, no menos adictivas han resultado ser las composiciones que complementan a este hit en lo que viene siendo la -esperemos que prolífica- carrera de Bandini. Temas que nos llevan a viajar entre sus versos dulces y ensoñador tono -como ocurre en Fiesta, una pieza de base electropopera, pero de suavidad vocal-, a vibrar de emoción -como en la valiente Cuando tú nazcas, aguerrida por atreverse a reversionar lo que ya hizo Mocedades con Beethoven (¡toma ya!) y por hacerlo tan bien-, a acompañarla en la búsqueda de respuestas hacia la reconstrucción de su universo más íntimo -en esta clave se desarrolla Que Cristo baje, de contundente mensaje y expansiva atmósfera-, a sentirnos parte de su mundo locamente ingenioso -escuchen Too many drugs y sabrán a lo que nos referimos, desde su sutil inicio hasta su final tropicalmente sintético-, y a solidarizarnos con su canto libre hacia la expresión pura y dura, desmitificando las cualidades humanas y ensalzando su parte más animal, esa que renuncia a las ataduras de ser persona y que se contagia en Perra, inicialmente susurrante y finalmente salvaje, en lo textual y sonoro, en lo empático y reivindicativo.
¿Pocas canciones? Sí, porque visto el pistoletazo de salida, Rigoberta Bandini nos deja en ascuas, expectantes ante lo que pueda seguir viniendo, atentos a lo que su creatividad pueda ofrecer, intrigados frente al paisaje que ha comenzado a presentar y del que, esperemos, podamos seguir descubriendo más y más rincones.
No obstante, siendo este el único “pero”, sólo podemos agradecer que siga con su paso firme, haciendo caminito recto y dejando claro que los límites son cosa de otros.
¿Bajará Cristo? Si es a escucharle, seguro.
