The Lions Constellation, piel con piel en Under the Skin
Nuevo EP de The Lions Constellation.
por Sandro Maciá
El pequeño comercio. Los productos de cercanía. La artesanía. Lo puro. Lo auténtico… ¿Se nos está yendo a la mierda todo lo que no está estrictamente estereotipado por tener que depender de unos bolsillos cada vez menos llenos? Piensen. Porque sí, mucha pandemia y mucha crisis, pero el hábito es algo que tampoco sabemos cultivar, olvidando bien pronto que, así como el que se da golpes en el pecho presumiendo de religioso luego puede ser el que menos pise una iglesia, hay más de un purista de lo alternativo que no ha ido a un concierto desde hace casi un año.
Un pu-ñe-te-ro año. ¿Estamos locos o qué? Vamos a dejarnos de tonterías y no vayamos a comparar iglesias con recintos musicales, vale -aunque tampoco sería descabellado, que para muchos resulta más nutritiva la doctrina musical recibida en algunos espacios ya casi consagrados como templos de los circuitos de conciertos patrios-, pero sí seamos sensatos y convenzámonos de que la cultura, si se consume como se debe, es segura y necesaria para que la música no muera, para que la inspiración no se quede en un cuarto y para que los valientes que deciden volver “a las filas” sigan haciéndolo con tantas ganas y tanto ímpetu como los chavalotes que hoy nos ocupan: The Lions Constellation, que vienen con un chorrazo de energía shoegaze en lo que se consagra como su vuelta al ruedo, el ep Under the skin (Beauty Fool Records, 2021).
Aunque separado en el tiempo por doce años de su único Lp, Flash Light -no menos intenso en sonido y concepto-, la vigorosidad de esta banda de Barcelona resucita ahora en cuatro cortes guitarreros, noisepoperos e intencionadamente enroscados en distorsiones atmosféricas e imperturbables hasta el extremo de dar cabida sólo a un complemento: los etéreos y casi susurrados versos de cada canción, no menos presentes ni menos importantes.
Casi al estilo de un bucle salvajemente envolvente, la espiral que forma el cuarteto de composiciones sólo parece terminar al finalizar el tracklist, siendo ese el momento de reflexión que nos permitirá haber sido testigos de la gozada de bucear en los compases de Don’t realize -¿sútil comienzo? Esperen a las partes intermedias-, Hell in Heaven -impactante desde el segundo primero, aunque con algún que otro respiro rítmico-, Castles in the sand -haciendo honor a su nombre, una auténtica tormenta arenosa- e Into the Mist -de aire muchísimo más sosegado, con una dulzura melódica y arpegiados momentos-.
¿Psicodelia y ruidismo en un mismo pack? ¡Compren! Porque eso es lo que encontrarán en Under the skin, un regreso que, como la propia promo reza, se os va a quedar “clavado en vuestro cerebro para poder seguir andando sobre el asfalto, con mascarilla, pero con una
sonrisa aunque nadie más lo aprecie”.
Sigamos con paso firme, pero no dejemos que el miedo nos quite placeres como el de saltar al son de estos leones de las cuerdas.
