24 horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig
por Ana Olivares
Arranques de locura.
En esta ocasión venimos a contaros otro de los pequeños placeres de Stefan Zweig, un autor que nos tiene acostumbrados a desarrollar personajes femeninos que se dejan llevar puramente por el sentimiento, por sus arrolladoras emociones, que dominan por encima del raciocinio y las hacen cometer errores pasionales que acabaran hundiendo su reputación y dejándolas inmersas en la profunda soledad que después las asolará en silencio. Al menos, contamos con mujeres vivas, que pese a parecer víctimas de sus propios ideales o pensamientos, acaban haciendo lo que les dicta el corazón, ya sea una decisión acertada o no. Al menos en líneas generales es lo que extraemos de esta efímera, pero contundente historia. Todo es casual en nuestro autor, ya que este relato se sostiene gracias a una reunión de alta clase social en la que las distintas familias se integran. Allí, se juzga el caso de una de las mujeres con apellido que han abandonado a su marido por otro hombre, y con ello a su familia o sus propios hijos movida por su propio egoísmo, al menos así es como la ve nuestro protagonista, quien comenta con una anciana lo que allí se habla acerca de dicha mujer. Sin embargo, esta misma le confía un relato intimista y casi redentor de su propia experiencia vital, rescatando los aires de su juventud y un loco idilio que trastocaría todo su mundo, y por supuesto, su reputación. A través de su propio relato responde al interrogante de porqué ciertas mujeres son capaces de abandonar las convenciones o comodidades de su vida y arriesgarse a perderlo todo por una pasión o amor fortuito.
En realidad, no termina de resolver nuestras dudas respecto al tema, pero sí ofrecernos una buena historia, y un retrato consciente de lo que entendía nuestro autor por la psique humana de una mujer débil de pensamiento y de corazón ardiente. Por así decirlo se centraba mucho en la carga psicológica que esta podía mantener consigo misma, como una eterna conversación en la que pueden intervenir muchas voces, pero todas convergen en una sola. Esto es lo realmente interesante de los relatos de Zweig, que siempre marcan la diferencia en cuanto a las decisiones y actos que toman sus protagonistas, casi siempre mujeres. Y casi siempre con finales o destinos bastante dramáticos o lastimosos, a los que parecen haberse arrojado hasta ellas mismas presas de sus ideales o pensamientos. Es como si no fuesen capaces de dominar sus emociones finalmente y estas acabasen determinando un oscuro desenlace. Siempre hay una especie de degradación personal determinada por una relación naciente que acaba desencadenando el caos en el fuero interno de éstas; por lo que la sorpresa o el elemento inesperado suele estar garantizado. Además de la certeza de que vas a encontrar una acción sosegada que se irá transformando en escenas y momentos agobiantes del todo inconcebibles por mentes del siglo XXI.
Se disfruta mucho con este tipo de retratos a los que no estamos acostumbrados, además de la ambientación y un vocabulario siempre impecables, con una imagen clara de la escena y de la conversación que se mantiene como eje principal de una historia llena de impulsos humanos y desesperados, en algunos momentos, por salir de lo convencional y sentir por un momento que somos más que lo que nos han permitido creer. Os animo a convivir veinticuatro horas en la vida de una mujer, a ver si lográis sobrevivir en el intento.