Lejana estrella brillante de Robert Olmstead.
por Rubén Olivares
El género de Western está viviendo una segunda juventud, tanto en el apartado literario como en el cinematográfico. Nuevas películas y novelas han venido a renovar un género netamente masculino, aunque con un barniz despojado del romanticismo que veíamos en las películas clásicas. Robert Olmstead, autor desconocido para el público general en lengua hispana, se ha labrado un nombre propio como referente dentro de este género. Su último libro, “Lejana estrella brillante”, supone la séptima novela de este autor, profesor en la Ohio Wesleyan University, que refleja como pocos la naturaleza salvaje y sangrienta que dormita en el ser humano a través de narraciones que indagan en la historia de un país joven, los EE.UU., formado a partir de conquistas bélicas; lo violento y brutal conforman una amalgama que dotan de mayor realismo a sus novelas. Sin recrearse en una violencia pornográfica centrada en el morbo y el horror, debemos comentar al lector de esta historia que en la misma no se escatiman detalles sobre las descripciones de ejecuciones y violentos tiroteos por parte de sus protagonistas. Olmstead escribe como si rodara, con una fidelidad propia de un director de cine que nos ofrece primeros planos de cada uno de los momentos más cruentos de su historia con el objetivo de dotar de un realismo crudo a su narración, mostrando que las historias del Oeste fueron extremadamente violentas, en algunos momentos sádicas y tremendamente estremecedoras.
“Lejana estrella brillante” es una novela aterradora por momentos y, sin embargo, sorprendentemente hermosa y cautivadora. Esta historia brilla con una intensa luz masculina, lo que hace que sea por momentos difícil de leer, pero también de abandonar. A medida que avanzamos en la historia de Napoleón Childs, el horror de la violencia, la sangre y el sobresalto del conflicto nos estremecen, pero nos obligan a continuar en su lectura en pos de la epopeya de este peculiar Ulises en mitad del Oeste americano. Tanto el protagonista de esta historia como su hermano son soldados de caballería veteranos que forman parte de una unidad enviada a México en 1916 con el objetivo de capturar a Pancho Villa. Les adelanto que ninguno de los dos lo verá. Napoléon conduce a un pequeño grupo de inexpertos soldados al desierto, donde un enemigo distinto al que esperaban hacer frente les sorprende y logra acorralarlos para iniciar una lenta matanza. Napoleón será golpeado, despojado de sus posesiones y arrojado a su suerte en el desierto para que perezca bajo el abrasador calor de las arenas y el cielo de Sonora o quizás, si la suerte le acompaña, ser rescatado. No obstante, sus captores no piensan que consiga tener esa oportunidad y le han dejado como únicas pertenencias su sombrero y un revólver con una bala en el cargador, lista para que Napoleón ponga fin a su sufrimiento cuando lo desee. Si el protagonista logra sobrevivir o sucumbe, es algo que el lector debe averiguar acercándose a la lectura de esta novela.
La narrativa de Olmstead es una reflexión vívida sobre el ciclo interminable de la guerra y las dificultades que aquellos que la han vivido tienen para retomar una vida normal. El combate se libra entre sus páginas con puños, revólveres, látigos, caballos, cuchillos y encarnizadas acciones que rayan la psicopatía. Entre esta mezcla aparece la naturaleza como un ente místico que guía y protege a Napoléon en su travesía, la tierra y el cielo, con su deslumbrante luz y los caballos que le guían y protegen a lo largo de su viaje, junto a la “Estrella lejana y brillante” encarnada en Polaris, la estrella polar que señala el Norte y sirve de guía para el viajero nocturno. Olmstead, contrariamente a lo que pudiéramos pensar al principio de la novela, hace un fuerte alegato contra las exaltaciones de la violencia y la masculinidad, aupadas como elementos que ennoblecen al hombre.
Olmstead nos ofrece una narrativa oscura y llena de dureza y brutalidad, que se ve aligerado por el peculiar humor de su autor, un humor tan seco como la tierra quemada bajo el sol por el que transitan sus protagonistas. La brevedad y concisión en las descripciones de la novela y lo escueto de los diálogos que en ella se mantienen, la dotan de un mayor realismo, convirtiendo a “Lejana estrella brillante” en una obra de ficción excelente.