Silencio de Dylan Farrow.
por Lara Vesga
“Esta historia trata sobre la importancia de aferrarse a la propia voz y al sentido de la justicia en un ambiente en el que es fácil, e incluso normal, ser manipulada y engañada”. Así describe Dylan Farrow (Texas, 1985) la razón de ser de Silencio, una novela de fantasía poderosamente magnética que otorga magia a las palabras habladas y escritas y en la que la verdad es el arma más peligrosa. El libro narra el viaje iniciático de Shae, una joven campesina de diecisiete años que lleva una vida tranquila en una aldea con su silenciosa madre, su mejor amiga Fiona y Mads, el chico que siempre está pendiente de ella. Shae trata de recomponer su vida tras las muertes de su padre y de su hermano pequeño, quien falleció a causa de la enfermedad llamada “la Mancha”, un extraño padecimiento mediante el cual la tinta se extiende por los cuerpos humanos a través de las
venas y termina provocando la muerte. En cierto modo, desde entonces, su familia está considerada por los demás habitantes del pueblo como maldita, algo que parece confirmarse cuando la madre de Shae es asesinada.
Lejos de amedrentarse, la muchacha luchará cueste lo que cueste para averiguar quién mató a su progenitora, aunque tenga que acudir a los mismísimos Bardos, un grupo de justicieros que dicen utilizar la magia de las palabras para mantener a los pueblos en paz. En esta búsqueda de justicia Shae se autodescubrirá a través de la confianza en sí misma y en su propia intuición, hallando una inmensa fuerza en su interior que desconocía, mientras que inesperados y poderosos enemigos surgen como las setas, dispuestos a acabar con su inquebrantable tesón.
«Silencio» es un refugio, un homenaje a los libros como vías de escape de la realidad, un lugar donde reflexionar sobre la verdad y la mentira, la información que recibimos a diario y la censura de la misma. Y desde luego es también un cántico al empoderamiento femenino. Debut literario de su autora y primera entrega de la serie Hush, la novela nos deja con la lengua fuera en un final de vértigo que hará que aguardemos como agua de mayo su continuación.