Ceniza en la boca de Brenda Navarro.
por Vanessa Díez Tarí
«¿Qué pasa con los sueños postergados, con esos que no llegan porque hay una pesadilla atravesada en tu cerebro que no te deja dormir? ¿Se pudren, se apestan? A lo mejor se quedan ahí dentro, en el estómago, como una carga pesada que indigesta»
Brenda Navarro.
Estaba jugando fuera. Debajo del árbol. Y por un momento el tiempo se detuvo. Vi cómo él se deslizaba por debajo del camión. Un fuerte golpe. Y el tiempo corrió. Nos lo arrebataron. Él salvó a su hermana pero se sacrificó en el camino. La muerte se lo llevó. Teníamos ocho años. Y ya nada fue lo mismo.
«Y quizá ese es el poder del silencio: mantenerse aislada, ser una isla que sobrevive a pesar de las olas de idiotas que viven a nuestro alrededor». Las mujeres de la familia están rodeadas de muerte y destrucción. Son testigos de la violencia y los desaparecidos. Son las testigos que quedan, pero callan para que los vástagos puedan sobrevivir. Y así ellos perderán el miedo que ellas comen cada día y la rueda volverá a iniciar su ciclo de dolor.
Brenda Navarro se ha convertido en la voz del desarraigo. El dolor que la violencia impregna en una familia generación tras generación. El maltrato recibido por muchas mujeres y de donde salen aquellos hombres destrozados que les devuelven. Cadáveres qué la droga vomita. Violencia que arranca la inocencia de las almas que sobreviven en un infierno en una tierra perdida. Sacrificio de alguien que emigra para salvar a sus hijos pero continúa la humillación y el abandono tanto a un lado como a otro. La tierra que recibe no ve a estas mujeres que dejan su sudor y sus entrañas y aquella que las vio partir ya las ha olvidado. Silenciadas. Ellas callan y aguantan cada golpe para que sus hijos puedan salir de aquella rueda de muerte que las vio nacer.
«Ceniza en la boca» ha recibido recientemente doble reconocimiento: Libro del año en los Premios Cálamo y Libro del año en la categoría de Ficción para las Librerías de Madrid. Descubrí a Brenda Navarro con su primera novela «Casas vacías» y ya indagaba en la maternidad cruda y dolorosa. Una historia que te alcanza bien hondo. Un hijo se pierde y ese vacío no sana nunca. Ahora con su segunda novela lo ha vuelto a hacer. Este hijo se pierde también y nunca vuelve. Nos deja ver ese vacío a través de la hija. La hermana que hizo de madre mientras la madre emigraba por necesidad. Pero también podemos vislumbrar el dolor de la madre en el fondo de la estancia.
Una historia afincada en la precariedad. ¿Qué estarías dispuesta a hacer para sobrevivir y salir adelante? ¿Y para salvar a tus hijos? Esta es la voz de los descendientes de las mujeres que tuvieron que callar para salvar a los suyos. Quizá así los dejamos indefensos. El golpe llegará tarde o temprano. ¿Pero qué hacer con tantos cuerpos enterrados?