De nada tenían necesidad. Contactos hispanos-asiáticos durante el periodo colonial español.
por José Luis Sola Marín
Lamento profundamente que el traductor y editor del libro esté decepcionado con la reseña que he hecho para la revista Letras en vena, quizás debería de haberla enfocado de otra forma. Comprendo la decepción, pero no la comparto puesto que cada lector puede interpretar el texto de una forma u otra dependiendo de sus valores, de su estado de ánimo y un mismo libro leído en dos momentos diferentes por la misma persona puede ofrecer dos visiones totalmente contrapuestas y divergentes.
En ningún caso quisiera alimentar una polémica estéril y que no va a llevar a ningún sitio, máxime cuando el objetivo compartido entre las instituciones académicas y esta revista es la de acercar la cultura a todas las personas.
Pero ante las graves acusaciones recibidas contra mi persona, mi honestidad, mi compromiso quisiera desarrollar la reseña desde otra perspectiva. Para aclarar, la presente obra está basada en experiencias, observaciones y reflexiones de los “conquistadores” en tierras del lejano oriente durante tres siglos y en ningún caso representan la opinión del autor. No obstante, a mí me impactaron los tres ejes sobre los que desarrollé mi reseña y comento a continuación:
Página 90, línea 30, “Luarca no solo muestra su respecto por los chinos como pueblo, sino que les atribuye un valor superior al de otros europeos”, más adelante, líneas 35, critica –indirectamente- “a los indios por no esforzarse lo suficiente”, considerando (página 91 línea 2) “a los indios inferiores a los chinos (y, por extensión, a los españoles). Creo que es un ejemplo de racismo, ya que, ante todo, somos personas y todos somos iguales en derechos y en deberes independientemente de nuestra religión, nacionalidad, color de piel u orientación sexual. ¿Es la única referencia? No, en la página 85 (líneas 11-12), el autor se hace eco de las palabras de Mendoza quien “presenta a los chinos inferiores a los europeos”. ¿Y por qué eran los chinos inferiores a los europeos?
Página 82, “los españoles en las Filipinas confiaban en conquistar China”. ¿Para qué? ¿y de qué forma?, “Según Headley, los españoles veían su establecimiento en las Filipinas como el primer paso para la culminación del sueño de Colón de alcanzar las riquezas de oriente”, la primera pregunta está medianamente respondida. Vamos a la segunda pregunta, podemos examinar los libros de Historia y analizar cómo fue la conquista de Chile, por poner un ejemplo. Pero también podemos desarrollar la cuestión centrándonos más en la obra en cuestión, en la página 56, línea 6 y siguientes, se puede consultar de forma resumida los acontecimientos que rodearon el naufragio de San Felipe.
La preocupación de los visitantes de oriente por la homosexualidad y la homofobia está indicada en diversos párrafos, veamos algunos ejemplos:
Página 45, línea 6, -en referencia a los bonzos japoneses-, Javier pone de manifiesto que su “pecado contra natura” representaba un motivo indiscutible para un absoluto rechazo de la religión tradicional japonesa. Prosigue afirmando que “Tienen estos bonzos en sus monasterios muchos mininos […] y con estos comenten maldades. Javier no denuncia estas relaciones como pedófilas, aunque desde su punto de vista todos los actos de sodomía son pecado mortal. En sociedades avanzadas no son pecado mortal, son delitos que deberían de ser perseguidos por la justicia.
Más adelante, línea 47, línea 11 “cuando la vieja religión fuera reemplazada por la nueva no únicamente desaparecería el pecado de la sodomía, sino que se restablecería un orden natural en consonancia con la doctrina cristiana de la creación”. ¿Y cuál es esa doctrina? Supongo que no tendría nada que ver con la libertad de creencia ni en el respeto.
En la página 100, línea 1, se trae a colación una opinión de Mendoza quien afirma que “Por el hecho de ser “afeminado”, Laupicono no alcanza a ser el hombre ideal, e incluso su “vicio” justifica que sea derrocado. En la línea 3, Mendoza sugiere que el nuevo y legítimo gobernante de China debería ser alguien no sólo blanco y varonil, sino también alguien que encarne la moral católica y la visión europea del mundo, que él, como español del siglo XVI, considera la mejor. Todo un ejemplo de respeto, sin duda. (Entiéndase la ironía).
Y no me quiero extender más, pero también tenemos ejemplos de etnocentrismo cultural de los españoles, en la página 186 se hace referencia a Blumentritt el cual concluye expresando su esperanza en que los lectores españoles se den cuenta de que no se puede reducir a los filipinos a estereotipos que habían sido promovidos por los frailes y por los enemigos de aquellos, y que si los españoles no cambian su actitud hacia los filipinos y, entre otras cosas, no promueven la completa integración de las Filipinas dentro del Estado español, la revolución filipina sería finalmente inevitable.
Finalizo con estas breves reflexiones, la primera de ella, es que es sumamente difícil analizar hechos del pasado desde una perspectiva actual y la segunda es, que si una sociedad no está basada en la libertad, en el respeto y en la aceptación del diferente, lleva un muy mal camino democrático.