La biblioteca de las lectoras valientes de Kate Thompson.
por Gemma Juan Giner
Qué papel tan importante juegan los libros en tiempos críticos. Y qué fundamental es inculcar la lectura a los niños. ¿Ibais de pequeños a la biblioteca? Cuándo yo era pequeña, todavía no existía Internet, por lo que he pasado muchos momentos de niña haciendo los deberes en la biblioteca para poder consultar sus libros. La del colegio, la del barrio, la del centro de la ciudad, más adelante la de la universidad, la del barrio en el que vivía, y luego en cada ciudad que he vivido, me he sacado el carné de usuario de la biblioteca. Por no hablar de las hermosas bibliotecas que he ido visitando en otros países, como, por ejemplo, la de Viena.
Aún recuerdo cuando llegué a Madrid, lo segundo que hice fue apuntarme a la biblioteca, tras haberme empadronado. Era una época en la que leía mucho y cada libro que solicitaba, no lo tenían. Así que la bibliotecaria los pedía para mí, lo que me dio la oportunidad de estrenar muchos libros en la biblioteca. Un verdadero placer.
Me encanta oler los libros, tocarlos, pensar quién los habrá leído antes que yo, en qué momento de sus vidas lo leyeron, cuántas horas de metro llevará ese libro… pero si hay algo que me apasiona es ver faltas de ortografía corregidas por gente que ha leído ese libro.
¡Qué bonito es compartir historias! Y qué importantes son nuestras bibliotecas. Son los motores de nuestra educación y nuestra vía de escape, llegando a tener el poder de transformar nuestra vida.
Termino el año leyendo una joya literaria, “el libro del año” elegido por Maeva. Se trata de “La biblioteca de las lectoras valientes”. Una historia real de supervivencia. Una declaración de amor a los libros, a las bibliotecas y a las historias que sostienen la esperanza en los momentos más difíciles. ¿Sabíais que durante la Segunda Guerra Mundial hubo una biblioteca subterránea en el metro de Londres?
Todo ocurre en East End, Londres, en el año 1944. Clara Button crea la única Biblioteca subterránea del país, construida sobre las vías de la estación de metro en desuso de Bethnal Green. Allí abajo prospera una comunidad secreta con miles de literas, una guardería, una cafetería y un teatro que ofrecen refugio, calidez y distracción frente a las bombas que caen en el exterior. Pero sin ninguna duda, es la biblioteca la que demuestra lo valiosa que era la lectura para los niños, ya que esos libros eran su puerta de entrada a otros mundos.
Lo bueno de Clara es que es una bibliotecaria de esas que no solo prestan libros, sino que traslada la pasión que siente por ellos a quienes se animan a leerlos. Pero Clara no está sola en la biblioteca, cuenta con Ruby, su mejor amiga.
A través de las vivencias de ambas mujeres conocemos el horror de la guerra, nos enfrentamos a las convenciones sociales que marcan que los libros son sólo de adorno, que las mujeres no deben trabajar, o que el hombre siempre tiene la razón aunque sea a la fuerza. Estamos, sin ninguna duda, ante una novela que muestra la fortaleza de la mujer, el valor de los libros y de lo que nos pueden llegar a enseñar.
Reconozco que me encanta leer libros basados en la Segunda Guerra Mundial y en Auschwitz.
En cuanto vi esta novela, enseguida llamó mi atención, puesto que desconocía la historia de esta biblioteca subterránea. Me ha encantado descubrirla y conocer todo lo que se llegó a hacer en esa estación de metro. Pensar que leyendo durante un breve espacio de tiempo, la gente se podía olvidar de las bombas que caían sobre sus cabezas es algo que me ha parecido precioso, dentro del horror de la situación.
La novela está escrita de un modo muy ágil, la historia te atrapa desde el primer capítulo y uno de sus grandes atractivos es que cada uno de los capítulos viene precedido por preciosas citas de bibliotecarios de todo el mundo, de esas que a todos los lectores nos encantan anotar.
Y por supuesto, me ha encantado el mensaje que transmite la novela y que comparto al cien por cien, y es que los malos tiempos siempre son buenos para los libros. Estos niños vivieron el Blitz pero a nosotros nos tocó vivir el Covid, bestias muy diferentes, pero el efecto que han tenido sobre la lectura es el mismo. Nunca habíamos leído con tanta velocidad ni necesitado y valorado tanto nuestras bibliotecas. La lectura se convirtió, para muchos, en la forma de relajación suprema.
¿Qué papel ha jugado la lectura en vuestros malos momentos?, ¿sois asiduos a las bibliotecas?
Te leemos en los comentarios de las RRSS de la revista, pero antes recuerda que, no existen las personas a las que no les guste leer, sino las personas que no han encontrado el libro adecuado.