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La señorita Else de Arthur Schnitzler

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por Ana Olivares

La señorita Else de Arthur Schnitzler

La señorita Else de Arthur Schnitzler

¿Qué precio estarías dispuesta a pagar por tu familia?

 

En esta ocasión os presentamos la Señorita Else, una novela ambientada en San Martino di Castrozza, una localidad de montaña en Viena, donde se reúne la gente de gran estatus social. La joven, pasará el verano con su tía Emma, junto a su primo y algunos conocidos de la familia. Es una mera invitada, ya que no posee el dinero necesario para poder costearse una estancia de esa categoría. Sin embargo, lo disimula bastante bien; aún le quedan un par de medias de seda y un suéter rojo prestado. Es aún joven y atractiva, no está casada y desea intentar disfrutar de sus últimos días de gloria con la flor y nata de la ciudad. Pero el peso de la desgracia de su padre se cierne sobre ella y sabe que, al volver a casa, el panorama que le espera no es alentador. De repente, recibe un telegrama: su madre le cuenta que su padre debe una suma considerable de dinero y que, si no lo consiguen en tres días, acabará en la cárcel. La idea es que seduzca el señor von Dorsday, que le muestre afecto y su amor, ya que sabe a ciencia cierta que este tipo siempre tuvo cierta predilección por ella. Y por supuesto, que mantenga todo en secreto, ya que ni su tía ni ningún otro de los conocidos que allí se reúnen la ayudarán. Algunos ya lo han hecho en otras ocasiones y otros piensan que su padre es un defraudador. Así se inicia un torbellino de pensamientos y sentimientos encontrados en los que advierte que hasta sus propios padres la quieren utilizar como moneda de cambio. Pese a la vergüenza que siente, le expone el caso a este señor maduro y adinerado luciendo sus mejores galas con la esperanza de que su encanto haga el resto. Efectivamente él accede a abonar los treinta mil florines en la cuenta que le piden para evitar que su padre vaya a la cárcel, pero a cambio le propone una petición indecente -fácilmente esta obra pudo inspirar en la película homónima protagonizada por Demi Moore y Robert Redford-.

Y si antes caminábamos por un terreno fangoso, ahora nos adentramos en el pantano oscuro del subconsciente de nuestra protagonista, donde sus miedos y sus inseguridades la atraparan como monstruos hambrientos. Entra en una disyuntiva en la que finalmente aceptará cumplir los deseos de su nuevo benefactor, que no son del todo horrorosos, pero sí algo denigrantes para ella, y seducirlo tras el dinner o la cena pertinente de la residencia u hotel en el que se alojan.

<< El aire es como el champán>>. Los pensamientos de Elsa bullen en su interior cuál olla a presión. La sumergen en una espiral sin sentido que la aturden, la vuelven completamente loca y cuerda a la vez que repasa las razones por las que va a aceptar dicha propuesta. Ella, que pudo tener al amante que quiso o casarse con algún hombre joven y rico va a perder su reputación por saldar una deuda familiar. Pero después de esto, ¿quién querrá casarse con ella? ¿Morirá para la sociedad como joven respetable? O es que ¿acaso ya está muerta? Entre estos absorbentes y perturbadores pensamientos se esconde un botecito de veronal, un veneno que en pequeñas dosis la ayudará a calmarse y enfrentarse a sus miedos, pero que en dosis altas la sumirá en la pesadilla en la que se ha convertido su misera existencia… llega otro telegrama urgente, la suma ha subido… ¿Cuál será su decisión final?

Recordemos el contexto histórico, la cosificación de la mujer y el papel que representaba dentro de una sociedad en la que apenas tenía relevancia. Para una mujer de su época, era impensable que protagonizase cualquier escándalo, y menos relacionado con su sexualidad. Debía mostrarse casta y respetable, cumplir con los estándares sociales para los que había sido preparada y finalmente casarse para convertirse en una madre respetada que cumplía su propósito vital. El caos mental femenino está servido en primera persona por Elsa.

Una historia que se regocija en la psicología, el erotismo y en la fractura social, temas que tanto le interesaban a su autor, Arthur Schnitzler (1862-1931), cuya obra fue prohibida en 1933 tras el ascenso del partido nazi y de la aplicación de las leyes contra los judíos.

Y pensar que ahora mismo son ellos los que someten a otro pueblo a las mismas injusticias que ellos vivieron. Malditos gobernantes y gobiernos sin sentido.

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