Literatura infantil de Alejandro Zambra
por Lara Vesga
“Ser padre consiste en dejarse ganar hasta el día en que la derrota sea verdadera”, decía Alejandro Zambra (Santiago, Chile, 1975) en su célebre novela Poeta chileno. Ahora, el autor rescata y profundiza en esta brillante reflexión en Literatura infantil, un relato que es a la vez una carta al hijo y el diario de paternidad de un padre debutante pasados ya los cuarenta años.
Lo cierto es que estamos poco o nada acostumbrados a encontrar en la literatura relatos que hablen de la paternidad, sobre todo desde el punto de vista de lo que siente un padre hacia su hijo, de cómo le cambia la vida el convertirse en progenitor de alguien. Suele abundar más la figura del padre distante, autoritario, frío y que aparece escasamente implicado en la crianza del hijo, más allá de poner orden de vez en cuando. Pero en Literatura infantil, Zambra se desvela como un padre implicado y extremadamente vulnerable para quien el nacimiento de su hijo ha sido un punto de inflexión que ha modificado para siempre no solo su presente sino también su pasado y su futuro.
Peculiar e imposible de clasificar, el libro arranca con una serie de reflexiones y comentarios escritos a modo de diario en los que el autor habla sobre su nueva faceta de padre, y continúa con una serie de cuentos cuyos temas estelares son la infancia y la paternidad. Desde un loco relato sobre la vuelta al aprendizaje del arte de gatear, pasando por la pasión por la pesca y el fútbol, temas a través de los cuales Zambra aprovecha para rendir cuentas con su propia infancia y la relación que él mismo tuvo con su padre de niño; hasta el análisis del lenguaje grosero en un cuento poco apto para los más pequeños, pese al título del libro. Literatura infantil es un audaz y absorbente manual literario para padres novatos en el que hay poca teoría y mucha práctica, ternura y sabiduría.
“Toda persona que haya criado un hijo sabe que en muchas ocasiones la palabra felicidad inexplicablemente rima con la palabra lumbago”, dice Zambra en una de las notas iniciales de su diario de paternidad. Con una chispa maravillosa, el autor provoca carcajadas y emociones a partes iguales en un relato que es un billete de ida y vuelta a la infancia y al papel de uno mismo como hijo y como padre.