Los divagantes de Guadalupe Nettel.
por Vanessa Díez Tarí
Encontrar al excluido. Conocer el pecado. El trauma queda cubierto y escondido. Debajo de capas de obligaciones y normalidad. Silencios que cargan culpas. Fotos rotas a pedazos, sólo falta el olvidado. Aquel que dejó de pertenecer. Y todo va sucediendo como en aquel día, pero sin darse cuenta y con más edad.
Guadalupe Nettel en “Los divagantes” nos cuenta las historias de los vagabundos, aquellos que perdieron el vínculo con el territorio, la familia y la pertenencia. Huérfanos, familias rotas, desestructuradas o exiliadas. Perdidos todos ellos. Entre dos mundos, aquel que fue y este que viven sin ser.
“Un bosque bajo la tierra” es la historia de una aucaria que lleva generaciones en el terreno de una familia. Podría ser milenaria pero nadie sabe. Siempre estuvo ahí. Hasta que pasados los años el árbol gigantesco empieza a dar señales de envejecimiento. Moría. Nos describe el proceso de la aucaria como la muerte de un ser de la familia.
En “La puerta rosada” le ofrecen a un hombre la oportunidad de cambiar su vida después de contar sus problemas de pareja. Vuelve al pasado, más joven para volver a enfrentar, aún sabiendo quien es, los retos de reencontrar el deseo con su mujer o el brillo de los recuerdos. ¿Volverías al pasado a cambiar algo de tu vida si sólo tú lo sabes?
En “El sopor” nos ofrece una distopía sobre la post pandemia. Adormecer a los integrantes de una familia como en Un mundo feliz. Controlando a la población. Dominar los medios. Ofrecer a unos pocos lo necesario en casa para evitar que salgan al mundo. Mientras el resto que no alcanzan el privilegio mueren. ¿Querrías irte si quizás los tuyos te olvidan?
“En la vida en otro lugar” un hombre se obsesiona por alquilar un piso concreto en Barcelona. Al no conseguirlo sigue a la inquilina hasta descubrir que un antiguo conocido que hace años que ni ve es su marido. En vez de abandonar su propósito cada vez participa más de la vida de esta familia. Aquel al que tuvo envidia dejó de ser. Aquel que llevó la vida que él no fue capaz. Y ver su fin.
Estas sólo son algunas pinceladas de los siempre ocurrentes relatos de Guadalupe Nettel, pero me quedo con la poética forma de hablar del exilio de “Los Divagantes”. Compara a los hombres con los albatros, pues la familia de una adolescente va de ciudad en ciudad por el trabajo del padre. Baudelaire en su poema del albatros lo describe como un poeta maldito. Coleridge cuenta la historia de un marinero que queda maldito por matar un albatros. Estar perdidos y no poder volver a casa. Terminar con una pareja igual de perdida. ¿Uno podría ser capaz después de veinte años de volver a la colonia de origen?
No os perdáis “Los divagantes”. Los relatos de esta interesante escritora mexicana os harán pensar. Personajes dispuestos a llegar hasta el final por no seguir con la carga familiar. Ni los gritos. Ni las miradas. Ni los sueños. Ni los silencios. Romper la cadena. Dejar morir al árbol. Renacer después del incendio.