Retórica de un pene asustado de Feliciano Mayorga Tarriño
por Rubén J. Olivares
El género masculino ha trazado nuevas redes para defender su posición de poder y éstas se centran en acusar a la incorporación de la mujer en la vida activa y la conquista de sus derechos sociales como origen de los problemas que los hombres y, por extensión, la sociedad presenta, especialmente en relación a las relaciones familiares. A esta nueva estrategia que acusa a la mujer de ser el origen de los problemas sociales y el cuestionamiento del orden social se le neomachismo, doctrina nacida en el contexto de la posmodernidad y que presenta ciertas características que lo diferencian del machismo tradicional o del patriarcado.
El neomachismo se ha erigido como una nueva ideología que se extiende con profusión entre diversas capas sociales, especialmente entre los jóvenes varones, pero también entre ellas, como reacción a las conquistas y defensas de los derechos de la mujer y la promoción de la igualdad de obligaciones y derechos entre ambos géneros. Se trata de una nueva ideología que pretende defender las tesis machistas tradicionales a través de nuevos discursos y contenidos expresados por medios muy cercanos a los empleados por la juventud para expresarse. El machismo, como otras ideologías, ha mutado su manera de comunicarse, pero sigue defendiendo las mismas posiciones de superioridad masculina frente a la supuesta inferioridad femenina.
Para esta ideología el feminismo sería el reverso del machismo, contaminando con esta definición posturas diametralmente opuestas, pues mientras la primera trata de promover la igualdad entre géneros, la segunda defiende la primacía de hombre sobre la mujer. La diferencia, como puede observarse, es abismal por lo que no merecería la pena ni pararse a debatirla si no fuera porque el neomachismo trata de confundir con sus mensajes ambas realidades, promoviendo una ideología que cuestiona los derechos de la mujer, su autonomía y su independencia. El neomachismo no cuestiona la igualdad, sino las supuestas consecuencias negativas que ésta genera; afirman estar en contra de la violencia de género, pero ponen de relieve la supuesta existencia de numerosas denuncias falsas, sin comentar que si esto fuera cierto lo que se estarían cometiendo son numerosos delitos.
Este es el panorama a partir del cual nace el libro “Retórica de un pene asustado”, una respuesta ante la alarma que provocó en el profesor de filosofía Feliciano Mayorga Tarriño comprobar como sus alumnos de bachillerato eran adoctrinados por una caterva de neomachistas que pululan entre las redes sociales propagando su ideología. Para este autor la solución es bastante clara: debemos atajar desde la raíz el neomachismo en el que están siendo educados los jóvenes, promoviendo un mensaje que desmonte cada uno de los mitos neomachistas que pueblan las redes sociales a fin de dotar a estos de una alternativa argumental que les permita contrastar estos mensajes con la realidad social en la que vivimos y que pretendemos construir, en la cual los derechos y deberes de la ciudadanía sean equiparados para cualquier persona, con independencia de su condición sexual, género o etnia, pues de los contrario los tópicos neomachistas acabarán dominando el panorama sociopolítico y se impondrá una visión neomachista que derribará los derechos que el feminismo ha conquistado con sus luchas.
Mayorga nos presenta a través de un minucioso y extenso ensayo los principales argumentos e ideas que el neomachismo irradia a través de sus plataformas de propaganda. Este ensayo es el fruto de una cruzada personal que este profesor ha decidido emprender a fin de contrarrestar la influencia que los nuevos gurús del neomachismo tratan de ejercer sobre su púbico objetivo, jóvenes que se informan e interactúan entre ellos por redes sociales en una edad en la que vamos conformando nuestra ideología y posicionamiento sociopolítico. Estos canales acaban actuando como vías de adoctrinamiento y difusión de ideas neomachistas que propagan una visión maniqueísta en la cual el feminismo y las mujeres parecieran haber iniciado una guerra encubierta contra los hombres y lo masculino, generando un clima propicio para el germen del antifeminismo. A través de este libro, fruto de su experiencia navegando en lo que se conoce popularmente como la “manoesfera” ese universo que habita en algunos rincones de Internet entre foros, webs, blogs, canales de Youtube y otras redes sociales dominados por perfiles que defienden una masculinidad que se siente herida y amenazada por el feminismo y reacciona contra su frustración y sensación de pérdida de poder a través de la misoginia y el antifeminismo, Mayorga desmonta con argumentos y una admirable paciencia cada uno de los mitos e ideas que dominan este microuniverso misógino que acaba extendiendo sus tentáculos al resto de la sociedad. Escrito con un lenguaje directo, sencillo, coloquial, con un estilo propio de una conversación entre alumno y profesor, a través del cual nos va desgranando uno a uno los contraargumentos que Mayorga despliega en cada capítulo para desmoronar las afirmaciones que el neomachismo lanza como lemas a su público objetivo, a lo largo de sus páginas Mayorga nos presenta uno a uno los diferentes argumentos que ha ido recopilando en su inmersión en la “manosfera” neomachista para ir detallando con datos contrastados por la comunidad científica, la estadística y la legislación los puntos débiles del argumentario neomachista que acaban desmoronándose a medida que se contrarresta con la realidad social en la que vivimos.
A lo largo del libro vamos descubriendo cuales son los principales dogmas que dominan el ideario neomachista y quienes son los principales gurús que propagan estas ideas tanto en España como en otras partes del mundo, transitando por las cinco partes que dividen el mismo y que nos presentan los principales pilares en los que se sustenta esta ideología: “el patriarcado no existe”, “no hay brecha salarial ni techo de cristal, la acción positiva discrimina al hombre”, “la violencia no tiene género. La ley integral contra la violencia de género discrimina al hombre”, “la violencia sexual es residual y no tiene género” para concluir con una última parte en la que se reflexiona sobre la “crisis de modelo de masculinidad”. En cada una de estas partes se desgranan, a través de los diferentes capítulos que las componen, las ideas que el neomachismo propaga, siendo cuidadosamente rebatidas a través de contraargumentos que demuestran la falsedad de dichas proposiciones.
Las mujeres siempre han tenido que luchar por alcanzar metas que los hombres hace años que disfrutamos; a la mujer se la ha relegado al mundo privado, a lo doméstico y han tenido que ir conquistando a base de luchas de años que han representado iguales años de represión el espacio público, manteniendo en todo momento un cordón con el espacio doméstico. Los hombres, que nacemos con el privilegio de dominar y expresarnos en el espacio público, hemos tratado de mantener éste y hemos intentando evitar ser incluidos en el ámbito doméstico para liberar a la mujer, de ahí las enormes resistencias que algunos hombres están mostrando hacia las demandas de igualdad y la nueva ola machista que anega las redes sociales donde suelen interactuar la juventud, un auténtico ejército neomachista que busca perpetuar sus privilegios, como denuncia Mayorga en “Retórica de un pene asustado”.
Un libro que nos deja un mensaje claro: tenemos que acabar con las cadenas que aprisionan la verdadera igualdad, siendo capaces de enfrentarnos con contundencia a los viejos argumentos del viejo machismo y de los más sutiles que el neomachismo trata de perpetuar.