Tess Gunty, autora de La Conejera.
por Vanessa Díez Tarí
«La Conejera» de Tess Gunty te golpea. Precariedad, salud mental y todo un laberinto de personajes y emociones que se revuelven y llegan a límites insospechados en una ciudad postindustrial ficticia de Indiana. Siempre es más fácil ponerle otro nombre a las cosas que conocemos para no filtrar la triste realidad delatando a alguien, contar la dureza de lo que ha sucedido. Tess Gunty se crió en una región de EEUU donde las industrias automovilísticas trajeron un siglo de prosperidad, pero al cerrar de la noche a la mañana dejaron a mucha gente atrás. Y ahí se centra nuestra historia. Un complejo de apartamentos pobre y decadente. Un retrato de la precariedad que muchos políticos y empresarios dejan en el margen de la imagen. Los abandonados.
El pasado 28 de septiembre asistimos al zoom con la autora. Encontraremos un interés por la defensa del ecologismo, la denuncia del desarrollo insostenible de las ciudades, el abuso de poder en las relaciones afectivas, la conexión con el misticismo, la soledad y la incomunicación. Es el fin de la ciudad industrial. Todo está muriendo. Y aún entre esos restos Tess Gunty nos muestra las fuerzas que llevan a las personas a hacer lo que hacen sin juzgarlas.
«Ella era la heroína que yo quería ver en la literatura». El personaje femenino que destaca en «La Conejera» es Blandine Watkins, somos testigos de cómo abandona su cuerpo. E iremos trazando otros caminos y el suyo propio hasta saber qué pasó realmente esa noche. «Una novela sobre una chica que quiere ser la protagonista de su propia vida».
Blandine Watkins está fuera de la sociedad. Estuvo a cargo del Estado toda su vida y en familias de acogida. Pasando de mano en mano y con ello acumulando maltrato, abuso y soledad. Su cerebro privilegiado la aísla para protegerla de los peligros, pues el contacto con lo masculino nunca fue amable. Y tampoco ahora.
Tess Gunty nos coge de la mano a través de un narrador omnisciente. A través de una cámara entraremos en cada apartamento. Y seremos testigos de qué rodea a nuestra protagonista, porque en este ecosistema de voces diverso cada detalle es importante. El hijo de una actriz, un matrimonio de ancianos, un matrimonio joven con un bebé, un adolescente gay… y entre ellos Joan. Esta mujer solitaria será el contrapunto de Blandine. Sufren de manera parecida pero en los extremos opuestos. Descubrimos que ambas se le aparecieron a la autora. «Carácter etéreo. Espectral. Mística, pero no necesariamente religiosa. Blandine se me apareció de forma vívida. Su relación con el misticismo me interesó, porque ella lo que quiere es abandonar su cuerpo». Blandine en su desesperación al margen del sistema ve un camino, una salida en la vida de las místicas medievales que tanto lee y admira. Pero no sigue su fervor religioso, si no que ve una posibilidad de abandonar su triste realidad a través de no existir.
Tess Gunty creció en una familia del medio oeste. Una sociedad patriarcal, donde el sesgo de género era muy visible. Así siempre ha querido investigar estos asuntos. «Me parece muy importante crear personajes femeninos jóvenes que cuestionen de forma activa e interroguen los conceptos preconcebidos». Mujeres independientes e intelectuales. Mujeres que se dedican a la curiosidad y al activismo. Por ello también utiliza el lenguaje del entorno digital. Es consciente de que las interacciones digitales tienen un impacto en el mundo real y que ahí se descubre la oscuridad del ser humano.
Ganadora del National Book Award a temprana edad, y finalista del Premio Nacional de la Crítica, la primera novela de Tess Gunty ha irrumpido con fuerza en el mundo literario. Nombraron a «La Conejera» como la última novela americana, ya el sufrimiento es global. Todos sangramos y lloramos en cada rincón de la misma manera. Le hubiera preguntado por cómo se siente con este torbellino de sensaciones. El peso de ser una gran promesa americana y poder escribir. Disfruté escuchando a la autora hablando de realismo mágico y de autores latinoamericanos de los que ha bebido. Cuando la barbarie llega a nuestras vidas abandonamos la realidad para refugiarnos. No dejéis de acercaros a «La Conejera». No perdáis la pista a Tess Gunty. Ya ha vuelto de un retiro en el que estuvo trabajando en su segunda novela.