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Zona Crítica de Simon Hanselmann

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por Rubén J. Olivares

Zona Crítica de Simon Hanselmann

Zona Crítica de Simon Hanselmann

Cuanto más lejos queda 2020 al echar la vista atrás, más difícil nos resulta creer que la sociedad logrará sobrevivir a ese año transcendental. La pandemia no sólo enfermó a aquellos a los que infectó, sino que exacerbó todas las patologías sociales y políticas que habían estado incubándose durante años bajo la piel de la sociedad, llevando a muchas personas que ya de por sí no tenían una relación adecuada con la realidad a extrapolar sus paranoias hasta límites insospechados. Y todos recordamos que acabó pasando durante ese año y posteriores.

Zona crítica de Simon Hanselmann nació durante esta etapa en Instagram como un vía de escape sobre la realidad distópica que estábamos viviendo, ofreciendo a sus seguidores a través de las viñetas diarias que publicaba Hanselmann un medio a través del cual descargar la toxicidad que la pandemia estaba provocando en millares de personas. Estas publicaciones diarias acabaron tomando vida en forma de novela gráfica masiva – estamos ante un extenso cómic – que documenta con fidelidad todo aquella realidad que vivimos, tamizada por una particular lente llena de depravación, incorreción y disfunción sociopolítica. Zona crítica no es un libro para mentes sensibles o susceptibles, que amen la corrección política y el orden. De hecho debería incluir una advertencia en sus tapas sobre el contenido explícito y el lenguaje soez que contiene, una forma de evitar que las personas más sensibles que pudieran llegar a abrir este cómic acaben sufriendo un ataque de ansiedad, un infarto o un derrame cerebral derivado del impacto emocional de sus viñetas. Estamos ante un libro más corrosivo que la sangre de Alien, con un lenguaje perturbador y políticamente incorrecto, que no teme reírse de todos aquellos temas que se consideran especialmente sensibles – transexualidad, pedofilia, sodomía, pornografía extrema, explotación infantil, homosexualidad, fetichismo, extremismos políticos, corrección política y una larga lista de temas considerados como “delicados” – que convierten a este libro en una pequeña joya.

A medida que vamos avanzando entre las páginas de este libro nos sumergimos en una historia cada vez más intrincada y sin aparente sentido. A menudo he tenido la sensación de no saber hacia dónde quería conducirme Hanselmann, pero, ¡qué narices! ¿Acaso alguien sabía qué carajo iba a ocurrirnos a todos cuándo nos pusieron en cuarentena preventiva, encerrados en casa sin poder salir más que para actividades consideradas indispensables cómo trabajar, comprar comida o acudir a un hospital? Si en aquellos momentos la situación nos pareció, como mínimo distópica y por momentos un macabro experimento psicosocial urdido por alguna perversa mente de un doctor maligno, Zona crítica no podría ser, cuanto menos, caótica en su desarrollo. Leer ahora este libro es como visionar un tétrico álbum de fotos que podría titular “Recuerdo de mi primera pandemia”, repleto de fotos que bien podrían ser el retrato del desvanecimiento resacoso originado por la última borrachera extrema, cuando la resaca – ese dolor intenso de cabeza, adornado de pitidos en los oídos, retortijones en el estómago y juramentos de: “no vuelvo a beber”- domina nuestro cuerpo, con el que podríamos adornar la última exposición de ARCO Madrid.

Zona Crítica nos guía a través de las hazañas de un variopinto grupo de seres antropomórficos e inadaptados que sólo una mente como la de Hanselmann podría haber parido. De nuevo veremos desfilar por sus páginas a Megg, Mogg, Búho y Werewolf Jones, personajes que ya nos presentó Hanselmann en otras obras. En esta ocasión, la pandilla se encuentra atrapada en casa de Megg y Búho, en pleno encierro pandémico, con la diferencia de que sus habituales luchas internas y sus pervertidos hábitos se entremezclan con el caos y la locura general que la pandemia de Covid-19 está extendiendo por todo el mundo.

A lo largo del libro la pandilla queda atrapada en diversas guerras culturales, siendo víctimas propicias para grupos exaltados de izquierda y ultraderecha en la “zona autónoma” de Seattle, la “CHOP” (Capitol Hill Occupied Protest), acaban convertidos en protagonistas de un delirante reality show voyerista de una cadena de televisión por cable que emite a través de Internet bajo el título de “Anus King”, son carne de cañón de teorías de la conspiración, se ven envueltos en peleas callejeras que derivan en tumultos con armas de fuego y les vemos protagonizar todo tipo de actividades sexuales, a cada cual más extrema, en las que Hanselmann ha optado por mostrarlas tal y como las imagina, de manera que hay poco espacio para imaginar a que se refiere cuando cierto personaje anuncia que va a introducirse el Everest de los consoladores por el culo, porque veremos cómo lo hace. Pero que nadie se eche las manos a la cabeza, porque el contenido extremo del que somos testigos queda muy mitigado por la simplicidad y el estilo artístico de los cómics de Hanselmann, de manera que todo queda cubierto por una pátina naif con un dibujo que en algunos puntos podía ser calificado como infantil sino fuera por su contenido, el cual haría saltar las alarmas de cualquier trabajador social y provocaría un ictus al más curtido psicólogo infantil.

En la edición de lujo que podemos disfrutar en castellano de la mano de la editorial FULGENCIO PIMENTEL SL, Zona Crítica acaba pareciendo un libro para niños elaborado por una institución de internamiento de criminales dementes a los que se les ha puesto a dibujar como parte de su terapia individual. Creo que lo he advertido anteriormente, pero lo repetiré: ABSTÉNGANSE DE SU LECTURA TODAS AQUELLAS PERSONAS SENSIBLES, DEJEN EN SU ESTANTE ESTE LIBRO Y ALÉJENSE LENTAMENTE. Quiero decir, si cualquier cosa escrita o dibujada puede llegarte a ofender – y sí, estoy pensando en Abogados Cristianos y demás “gente de bien”-, lo mejor es que solicites una orden de alejamiento de este libro y te mantengas a 100 metros del mismo. Incluso a los lectores más curtidos y tolerantes les recomiendo que se acerquen al mismo con cuidado. No es un libro que vaya a seducir a ningún lector por sus mensajes humanísticos e inspirados del tipo “Unidos saldremos adelante. Unidos venceremos al virus» o “De esta crisis saldremos más fuertes” ni por sus concesiones a las sensibilidades sociales, políticas o por ser un canto a la libertad sexual. Lo que si te aseguro es que si empiezas a leer este libro y no logras abandonarlo, te vas a reír y mucho a medida que vayas avanzando por esta historia, porque es increíblemente divertido, pero también es posible que acabes sintiéndote mal, muy mal contigo mismo por reírte de semejante historia, porque está plagado de un humor negro, extremo, corrosivo y muy incorrecto, pero se disfruta mucho.

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