Animales metafísicos de Clare Mac Cumhaill y Rachael Wiseman
por Lara Vesga
Mary Midgley (1919-2018), filósofa inglesa especialista en ciencia, ética y derechos de los animales, defendió la filosofía hasta su último aliento: “La filosofía no es un lujo. Es algo que nosotros, los seres humanos, necesitamos para que nuestra vida vaya bien”. Ella, junto a sus tres compañeras y amigas Elizabeth Anscombe, Philippa Foot e Iris Murdoch, fueron cuatro mujeres que hicieron renacer la filosofía en unos tiempos, allá por mediados del siglo XX, en que esta disciplina estaba dominada por los hombres.
En los años cincuenta la filosofía había virado hacia los métodos analíticos y científicos del positivismo lógico, que solo daban validez a lo empírico y verificable. Pero el 1 de mayo de 1956 Anscombe dio un golpe sobre la mesa en mitad de una reunión para decidir si debía concedérsele o no el honoris causa al expresidente de los EEUU Harry S. Truman, quien ordenó el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki. La filósofa lo tenía claro: no, Truman no era merecedor de ese reconocimiento, puesto que fue el culpable de la muerte de miles de inocentes. Y es que las cuatro filósofas, aún bajo el impacto de la Segunda Guerra Mundial, consideraban que la filosofía debía de retomar la senda de responder a las grandes preguntas éticas y sobre todo a una: ¿qué es moralmente correcto?
Clare Mac Cumhaill y Rachael Wiseman, profesoras y filósofas, recuperan y reconstruyen la peripecia vital e intelectual de estas cuatro mujeres que dejaron su huella en la filosofía. Animales metafísicos es la culminación en formato libro de un proyecto académico pionero en el que ambas centraron la atención en el estudio de la vida y obra de las cuatro mujeres protagonistas.
Esta apasionante biografía coral plagada de anécdotas rinde homenaje a la filosofía y a las mujeres filósofas que decidieron estudiar y ejercer la disciplina pese a contar con todo tipo de trabas y barreras institucionales, poniendo en valor una rama del saber que algunos pretenden hacer desaparecer de los planes de estudios. Pero que la filosofía era, es y será siempre crucial es algo que defendemos muchas y muchos. Mary Midgley lo advirtió poco antes de fallecer: “Lo que de verdad nos ocurre seguirá estando, sin duda, determinado por las elecciones humanas. Ni siquiera las máquinas más portentosas pueden elegir mejor que las personas que las programan. Así pues, está claro que a ese respecto nos conviene seguir utilizando nuestra propia mente sin esperar que la materia haga el trabajo. Y, si eso es cierto, sospecho que […] a partir de ahora el razonamiento filosófico se volverá bastante importante”. Ojalá sea así, Mary.