Conversaciones contigo de Claire Daverley

Conversaciones contigo de Claire Daverley

Will y Rosie no tienen nada que ver el uno con el otro. Él es el macarra guaperas del instituto y ella es la empollona responsable en cuyo horizonte solo existe el tiempo de estudio para el próximo examen. Cada uno sabe que el otro existe, sí, de hecho el hermano gemelo de Rosie es amigo de Will. Pero no es hasta una noche junto a una hoguera cuando en lugar de verse, se miran. E, irremediablemente, se enamoran.

A partir de ahí ninguno es capaz de quitarse de la cabeza al otro, y es entonces cuando comienzan las miradas de reojo, los encuentros no tan casuales y las charlas hasta altas horas de la noche. Es palpable, love is in the air. Hasta que un día ocurre una tragedia que parece acabar con cualquier posibilidad de que acaben juntos.

Sin embargo, aunque el tiempo pasa y todo cambia, parece que la vida o ellos mismos, consciente o inconscientemente, se empeñan en volver a cruzar sus caminos una y otra vez.

Claire Daverley (Reino Unido, 1991) debuta en la novela con una clásica historia de amor en muchos sentidos y diferentes en muchos otros. La narración es fresca y profundamente emocionante, y la química entre los personajes traspasa las páginas y cala hondo. Conversaciones contigo te embarca en un viaje emocional que conmueve, desgarra y habla sobre las conexiones mágicas entre personas, las oportunidades perdidas, las mochilas que cada uno llevamos a la espalda, la importancia de la familia y los amigos, lo que se quiere versus lo que se debe hacer y la presión social, o la propia presión que uno se mete, a la hora de elegir el camino a seguir.

No solo las novelas negras generan suspense. Esta es una historia de amor y es imposible dejar de leerla. Yo solo paré para comer. Y comí rápido y mal. Hay momentos en los que dan ganas de gritar a los personajes. Y otros en los que la historia, de lo real que se siente, llega a doler. Con multitud de giros y vaivenes, como la vida misma, Conversaciones contigo provoca una batería de emociones que van desde la tristeza hasta la alegría pasando por el miedo, la sorpresa y la más pura desesperación, para culminar en un final que podría resumir simplemente con una palabra: Guau.