El amor de Erika Ewald de Stefan Zweig
por Ana Olivares
El drama está servido
Hablar de las obras de Stefan Zweig es siempre dramático. Se centra en personajes femeninos que exploran su propia personalidad y existencia; que se debaten entre el deseo y el deber; entre el amor romántico y el carnal; temibles encrucijadas vitales que las confrontan emocionalmente contra la realidad impuesta. Normalmente, sus inquietudes y sueños quedan relegados a un segundo lugar, ya que sucumben a la angustia vital que sufren tras principios románticos idílicos que acaban convirtiéndose en una auténtica pesadilla existencial. Y es que tratar de reproducir la mente de una mujer de un siglo atrás da mucho juego a la hora de crear tramas psicológicas cruciales. Sobre todo, para ellas, vilipendiadas por una sociedad misógina en la que el peso de sus acciones, determinarán su reputación, y por supuesto, su futuro: ya sea un matrimonio provechoso o de mantener los rigurosos protocolos y rituales acordes a su estatus social por el buen nombre de su familia -cualquier fémina respetable que se precie, lo sabe-. No olvidemos que el contexto histórico es muy importante a la hora de interpretar a nuestro autor; quien, además, suele centrarse- dentro de las distintas facetas de una mujer- en su dolor o decepción al descubrir que su percepción acerca del mundo es bien distinta a la realidad. Produciéndose así una especie de declive emocional que acabará dominando sus actos, precipitándose en cierto modo al abismo.
Es emocionante como un relato que comienza siendo amable y ameno; el supuesto florecimiento de una amistad cómplice que puede convertirse en una bonita historia de amor, para nuestra protagonista, ya que se trata de la visión de Erika Ewald; acaba transformándose en una sucesión de estados emocionales que la atormentarán mental y físicamente; modificando también su personalidad anodina, hasta en jovial y afable, ilusionada, apasionada y finalmente, sin expectativa alguna. Podemos resumirlo en la decepción y confusión vital que les provoca el hecho de saber que la vida no es como esperaban. Lo que nos lleva a recapacitar acerca de dos cosas: la primera, nuestro querido autor trataba de retratar la psicología de una mujer; y la segunda, cayó en estereotipos que permanecerían anclados en su propio subconsciente debido a esa concepción misógina que le dio la razón por el mero hecho de nacer hombre. ¿Por qué digo esto? Porque en su gran mayoría las protagonistas de sus novelas suelen tener personalidades sin apenas experiencia y con fuertes cambios de humor, que acaban sucumbiendo a la tragedia o la soledad por miedo o rechazo. Hablamos de otra época con visiones bien distintas de lo que comprendemos hoy acerca de la complejidad social y fisiológica de una mujer. En cierta manera, tampoco las subestima, más bien le fascina su naturaleza y el lugar que la sociedad les ha reservado. Imagino que también escogerá este tipo de personajes porque le ayudarán a explorar mejor los temas que pretende desarrollar. Suelen ser mujeres solteras, que no se casaron en su momento o bien de apariencia frágil, pero con bastantes inquietudes, que acaban sucumbiendo al fracaso debido al choque frontal contra la realidad impuesta.
He querido centrarme en la concepción de la mujer que tiene nuestro autor, sin embargo, a grandes rasgos, se trata de un clásico entretenido que retrata a una mujer intensa y su visión del amor; todo ello marcado por un vocabulario rico e intimista que nos transmite cierta angustia vital. Y gracias a su capacidad para invertir el sentido de la historia que nos narra, siempre nos regala finales apoteósicos y bastante inesperados.
Acerca de ”El Amor de Erika Ewal”, sólo os contaré que se trata de una historia de amistad entre una profesora de piano que está aburrida de su monótona rutina, con un violinista que le devuelve la ilusión y las ganas de compartir. Y como todos y todas sabemos, a veces la amistad entre una mujer y un hombre es complicada; sobre todo cuando ambos esperan cosas bien distintas de dicha relación. Llegados a este punto, nuestra protagonista iniciará un debate interno entre todos los distintos sentimientos que van aflorando tras sus encuentros. Esta serie de acontecimientos, llenos de detalles y tensión emocional comenzarán a dominar sus impulsos, confrontándola también con sus creencias y con su forma de desenvolverse en el mundo.