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Un minuto para la medianoche de David Baldacci

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por Lara Vesga

Un minuto para la medianoche de David Baldacci

Un minuto para la medianoche de David Baldacci

Han pasado treinta años desde la fatídica noche en que a Atlee casi la matan y su hermana gemela Mercy fue secuestrada. Tenían seis años, dormían en sus camas y, según el informe policial, sus padres estaban de fiesta en el piso de abajo. Ahora Atlee es agente del FBI y, aprovechando unas vacaciones forzosas ordenadas por su jefe, vuelve al pueblo de su infancia para buscar las respuestas a las preguntas que le llevan persiguiendo desde su niñez, aunque no tardará en verse inmersa en una frenética investigación para detener a un potencial asesino en serie.

Supongo que no seré la única en la sala a la que le enganchan sobremanera las historias de crímenes pasados no resueltos que se retoman en el presente para intentar buscar una respuesta que no se consiguió antaño. A diferencia de las investigaciones “en curso”, las ya cerradas y prácticamente olvidadas tienen el plus de enganche lector de que se dieron por imposibles en su momento, por lo que el hecho de desempolvarlas y tirar de pistas que hace años se pasaron por alto, reiniciando una investigación con nuevos ojos y desde diferentes ángulos, me resulta de lo más atrayente. Partiendo de esta base, la sinopsis de Un minuto para la medianoche, segunda entrega de una tetralogía, no podía sino atraerme como si estuviera escrita con luces de neón.

No defrauda David Baldacci (Virginia, EEUU, 1960) en esta continuación de la serie protagonizada por la agente del FBI Atlee Pine. Desde el comienzo de la novela, la tensión, la acción, el suspense y los giros están garantizados, aderezados por secretos que, como miguitas de pan, el autor nos va soltando poco a poco, por más que como lectores queramos comernos la hogaza entera ya. Manejando de forma brillante los tiempos, a través de diálogos sublimes y con un elenco de personajes que engrandecen la trama, que se bifurca en dos investigaciones que a veces corren paralelas y por momentos se cruzan, Un minuto para la medianoche es desde luego uno de los libros que más he disfrutado en lo que va de año y una apuesta segura para todos aquellos amantes del género y también para aquellos lectores ocasionales que quieran una lectura veraniega entretenida para los momentos de toalla, hamaca o silla y sombrilla.

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