El pasado de Tessa Hadley
por Elena Cruzado
Un viaje a la intimidad de las relaciones familiares
En este libro no pasa nada más que la vida. La vida de cuatro hermanos que se reúnen en la casa familiar donde pasaron los veranos de su infancia para decidir qué hacer con ella: si venderla, liberando así al pasado que les ha llevado a estar donde están, o conservarla como si fuera un ancla a esos recuerdos que a veces utilizamos como refugio.
¿Cuál es el momento adecuado para soltar ese ancla y dejarnos llevar? ¿Dónde está el límite que separa lo que fuimos ayer de lo que somos hoy? Dice Sabina en Peces de ciudad que «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver», pero a veces es necesario echar la vista atrás para poder mirar hacia adelante.
«Puede que dejar de aferrarme al pasado me permita entrar en una nueva fase de mi vida» dice Alice, una de las protagonistas.
El pasado es una novela coral en la que cada personaje tiene un rol muy definido y entre los que también se incluye la casa, ese lugar en el que el tiempo parece detenerse y donde el pasado convive con el presente. A través de sus paredes, asistimos a los roces entre los protagonistas y sus antepasados, como si observáramos la vida a través de una casa de muñecas con la fachada descubierta.
Tessa Hadley nos trae una historia llena de cotidianidad e intimismo, con una prosa elegante, delicada, que convierte las palabras en caricias. La sencillez de la trama y de sus personajes, con empleos comunes, relaciones comunes y problemas comunes, es precisamente lo que consigue que el lector se sienta parte de la historia.
Leer El pasado supone viajar con los cuatro hermanos protagonistas a la casa de sus abuelos, instalarse en ella y ser partícipe de sus conversaciones, de sus alegrías, de sus miedos y de sus preocupaciones en el que puede ser su último verano juntos. Tres semanas es el tiempo que se dan para tomar una decisión sobre el futuro inmediato de ese lugar que les remueve las entrañas. Tres semanas que el lector convive con ellos, aunque el tiempo de lectura sea bastante menor.
Hadley ha construido una maravilla pausada en la que no se echa en falta la acción. El peso de la obra, muy bien repartido entre las tres partes que dividen el libro, recae sobre los matices, las conversaciones, los detalles cuidados al milímetro.
A pesar de su título, este libro es un canto al presente, a la importancia de dejarse abrazar por el ahora, sin pensar en el ayer ni en el mañana. Y así me he sentido yo mientras lo leía, como si estuviera en unas vacaciones eternas en la casita del pueblo en el que pasaba cada verano con mi abuela. Ese lugar al que sigo volviendo de adulta con la esperanza de detener el tiempo. Porque allí me siento como Alice y Fran, las dos hermanas pequeñas de esta historia, mientras intercambian confidencias: «El momento presente les envolvía y todavía no hacía falta pensar en el futuro: no necesitaban pensar en irse, ni en ningún final».