La mujer del domingo de Fruttero & Lucentini por Elena Cruzado
por Elena Cruzado
Publicado por primera vez en 1972, “La mujer del domingo” supuso el primer gran éxito de Carlo Fruttero & Franco Lucentini, dos amigos que unidos por su pasión por la ciencia-ficción y los cuentos de fantasmas editaron juntos varias antologías que dieron lugar al nacimiento de la firma que lleva sus apellidos.
En este libro, cuyo inicio me ha recordado inevitablemente al de “Crónica de una muerte anunciada”, narra la investigación del asesinato del arquitecto Garrone. El inspector de policía Salvatore Santamaria tendrá que meterse de lleno en el mundo de la alta burguesía piamontesa para descubrir al asesino. A lo largo de la investigación, Santamaria se verá imbuido en la hipocresía y la vanidad de la aristocracia de un Turín perfectamente dibujado, en el que a primera vista hay más sospechosos que inocentes.
A pesar de esta premisa, no estamos ante una novela negra al uso. El estilo narrativo de Fruttero & Lucentini está cargado de ironía y de un humor fino lleno de ingenio que aligera cualquier atisbo de carga dramática asociada al misterio en torno al asesinato.
La ciudad de Turín se presenta casi como un personaje más. El ambiente de sus calles y el trasfondo cultural entre la aristocracia de la ciudad está tan bien conseguido que en ocasiones he sentido que realmente estaba allí. En este sentido, he de confesar que algunas partes me han resultado excesivamente descriptivas, debido a un nivel de detalle muy minucioso que puede hacer que el lector pierda un poco el foco en la historia en sí.
El ritmo de la historia, aunque envolvente, es lento y se aleja del frenetismo al que nos tienen acostumbrados los thrillers de hoy en día. En La mujer del domingo no todo gira en torno a la víctima y a las motivaciones del asesino, como suele ser habitual en las novelas policíacas, sino que profundiza en intereses más concretos y materiales, haciendo hincapié en los meandros de la burocracia turinesa.
Los protagonistas, perfectamente perfilados, tienen mucha fuerza y sus diálogos son ingeniosos e inteligentes, hasta tal punto que en algún momento pueden resultar abrumadores. Intervienen tantos actores en la novela, entre investigadores, sospechosos y secundarios, que el entramado puede resultar un tanto complejo.
Estamos ante una trama muy bien construida, con una resolución elegante y, en mi caso, inesperada. Al leer novelas de este tipo, me resulta imposible no jugar a adivinar quién es el asesino. Muchas veces acierto, pero las mejores lecturas son las que logran sorprenderte y en este caso, Fruttero & Lucentini lo han conseguido a través de un misterio que roza la novela costumbrista.