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La vida imposible de Matt Haig.

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por Elena Cruzado

La vida imposible de Matt Haig

La vida imposible de Matt Haig

A veces, cuando parece que estás en un callejón sin salida, se abre una ventana de la nada para recordarte que la vida está llena de caminos y de propósitos. Esto es lo que le pasa a la protagonista de este libro, Grace Winters, una profesora de matemáticas jubilada que respira porque no le queda más remedio… hasta que una herencia inesperada la lleva a la isla de Ibiza, donde su mundo empezará a girar de nuevo.

«La vida imposible» es una historia de esperanza, en la que se palpa el amor que el autor siente hacia Ibiza y que, a través de su escritura, contagia al lector. Leer esta novela es como leer la isla, incluso para aquellos lectores que nunca la han pisado. Es también un homenaje a la riqueza que la naturaleza nos ofrece y que muchas veces pasamos por alto.

Una de las cosas que más me han gustado de esta novela son sus personajes. El hecho de que la protagonista sea una mujer mayor, de más de setenta años, viuda y con la vista puesta más en el pasado que en el presente, es el gran acierto del libro. Nunca es tarde para embarcarse en la aventura de tu vida, y Matt Haig lo borda con este personaje cuya transformación es redonda. Personalmente, he disfrutado muchísimo acompañando a Grace en este viaje tan loco e intenso y he conectado con ella mucho más de lo que esperaba.

Los personajes secundarios no se quedan atrás. Alberto Ribas, un hombre que en su día fue un reputado biólogo marino y que en la actualidad es tomado por loco o la enigmática Christina, principal causante del periplo de Grace, conforman un peculiar elenco que hace de esta historia una delicia.

Aunque la mayor parte de La vida imposible está narrada en primera persona, se trata en realidad de una novela epistolar en la que Grace narra sus vivencias en un detallado manuscrito dirigido a un antiguo alumno.

Escrito con la fluidez a la que nos tiene acostumbrados el autor, este relato incluye la dosis de humor perfecta para conseguir que el lector vaya pasando las páginas con una sonrisa perenne en la cara. Es un libro para disfrutar, que a priori no requiere una lectura demasiado exigente, pero que una vez cerrado deja cierto poso.

El elemento sorpresa es fundamental, al menos para quienes, como quien escribe estas líneas, se aventuran a esta lectura sin más información que la breve sinopsis de la contraportada. Ese toque de fantasía inesperado y tan bien incorporado a la trama aporta cierta singularidad y, personalmente, lo he disfrutado muchísimo.

Mención especial merece también el papel que el autor otorga a las matemáticas. Haig ha conseguido lo imposible: hacer que alguien que siempre ha detestado todo lo relacionado con los números —sí, soy— se reconcilie un poco con ellas. Quizá esta sea la prueba de que, abriendo un poco la mente, La vida imposible también es posible.

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