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Lo que quede de Irantzu Varela

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por Lara Vesga

Lo que quede de Irantzu Varela

Lo que quede de Irantzu Varela

Hay que ser muy valiente para escribir un libro como Lo que quede. O no tener nada que perder, tal y como dijo Irantzu Varela (Portugalete, 1974) durante la presentación el pasado mes de mayo de esta biografía en la librería madrileña Traficantes de sueños, accesible a través de YouTube y cuyo visionado recomiendo muy mucho.
“Queda lo escrito, lo demás no queda”. Varela apela a las palabras de Emilia Pardo Bazán para dar el pistoletazo de salida a un legado escrito negro sobre blanco sobre sus memorias “autopornográficas”, en las que expone sin paños calientes las violencias físicas, verbales, sexuales y digitales a las que se ha enfrentado en su vida personal y laboral por el hecho de ser mujer y, más aún, por el hecho de ser feminista.

Lo que quede es una especie de diario feminista ordenado por palabras significativas para su autora por orden alfabético. Desde la a hasta la z, el libro es capaz de exponer situaciones y violencias que todas las mujeres hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas. De hecho, el relato sirve de acicate para remover otras muchas que ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que eran violencias, inmersas en una sociedad en la que éstas son tan estructurales que hasta cuesta identificarlas en muchas ocasiones.

Este texto crudo y sin aliñar que pide a gritos un relato feminista colectivo que sirva para tejer redes entre mujeres, quita la venda de los ojos de un zarpazo y te obliga a repensar situaciones. Irantzu Varela, con las “heridas ya cicatrizadas”, escoltada por sus amigas, que tan importantes son a lo largo del libro, convocando a un aquelarre de mujeres artistas a través de sus citas al comienzo de cada texto, y capaz de desprenderse del pudor y de la vergüenza, ha escrito como si nadie le fuera a leer un libro que abre un camino alternativo al statu quo y que es superación, alivio, sanación y esperanza.

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