La voz de los dioses de Diego Chapinal-Heras
por Ana Olivares
-Permanece dormida-
Se trata de una lectura clave para los amantes de la cultura clásica, sobre todo, para aquellos que quieran profundizar en el ámbito de la adivinación del mundo griego. Nos ofrece las claves para una mayor comprensión acerca del tema, con argumentos y pruebas científicas apoyadas en distintas fuentes históricas y arqueológicas que nos ayudarán a desentrañar las claves de este fascinante mundo dominado por la voluntad de los dioses y diosas del Olimpo.
Caminaremos por los oráculos más famosos de la antigüedad. Descubriremos sus correspondientes peregrinaciones y las diferentes creencias y tradiciones relacionadas con la religión y el ceremonial equivalente a cada uno de ellos. Gracias a los cuales, el aspecto sociocultural quedaba retratado en cuanto al culto a la vida y la muerte, las divinidades que regían los diferentes momentos de sus vidas, las festividades y todos los aspectos relacionados con este ámbito, regalándonos así su autor, un análisis profundo y fundamental sobre el tema. Damos por hecho que los amantes de esta cultura ya conocen de sobra el panteón olímpico, por lo que nos centraremos más en los aspectos sociales que nos ofrecen los distintos oráculos y en el aspecto religioso y de superstición que dominaba la vida pública y privada de nuestros antepasados. Ellos creían que el destino era determinado por los dioses y era una verdad incierta que acechaba en cada esquina, por lo que acabaría alcanzándonos inevitablemente en algún momento de nuestras vidas. No importaba si creías o no, porque él permanece ahí para marcar tu camino. Y para aplacarlo o para que nos fuera benévolo, no había que enfadar a los dioses, sino honrarlos, para pedirles consejo o su favor y para esto habría que agasajarlos con exvotos, figuras religiosas, sacrificios animales y toda clase de ofrendas para rendirles culto.
En general, la mayoría de las culturas grecolatinas y prehistóricas eran supersticiosas o mantenían firmes creencias espirituales y religiosas basadas en la naturaleza y en una visión politeísta acerca de la creación del mundo. Estos mitos y representaciones de tradición oral, servían como autoridad divina y moral que regían la vida de los hombres. La peregrinación al oráculo para consultar cualquier decisión crucial en la vida de cualquier ciudadano era casi obligatoria, ya que nadie osaría cuestionar la palabra de los dioses. Se supone que hasta el mismísimo Sócrates les prestó la atención necesaria como para decir unas palabras acerca de ellos -según los escritos de Platón-. Además, nos adentraremos en la maquinaria religiosa que se desplegaba entre sus muros, conformando los pilares del credo o de dicho lugar sagrado de encuentro entre mortales y mensajeros que interpretan la palabra de los dioses. Las Pitias eran el instrumento de adivinación, al fin y al cabo. Mientras que las sacerdotisas, solían ser vírgenes consagradas a una diosa o dios en cuestión que regía el templo, por lo que permanecían casadas con la divinidad; castas y puras hasta el final. Dentro de este grupo existían diferentes categorías que definían los rangos de poder o la labor que desempeñarían dentro del culto. Por otro lado, existían los sacerdotes o encargados de dirigir todo el ceremonial y el púlpito que los acompañaba. Y en muchas ocasiones, estas relevantes decisiones o predicciones quedaban registradas por escrito en soportes de piedras o metal y expuestos de forma comunitaria, como en el Oráculo de Dodona. De ahí que se haya podido demostrar estas evidencias. Y uno de los aspectos más interesantes de ellos era la ambigüedad de sus mensajes o respuestas; podían interpretarse de múltiples formas adaptándose siempre a la cuestión planteada por el destinatario. También implicaba cierta escenografía y una presentación, como mínimo perturbadora, para que dichas palabras resuenen en la conciencia de quien las escuchaba. Pensad en lo emocionante que tuvo que ser visitar un oráculo cuando no existía ni electricidad. Todo era mágico.
Acerca de la cultura material relacionada con los lugares de culto, en los distintos oráculos más importantes, como el de Delfos o el de Dodona, se hallaron en diferentes excavaciones arqueológicas exvotos y figurillas a modo de ofrendas a los dioses y la constatación de sacrificios de animales para acompañar estas plegarias o preguntas que harían a los distintos oráculos que hubo en la antigüedad. Muchos de ellos alcanzaron mucha fama, tanto por el nivel de aciertos que tenían, como por su situación geográfica o porque algún personaje de gran relevancia histórica relató su visita -como Alejandro Magno en el siglo IV a.C. –. Ya hemos comentado la rica colección de objetos de valor que acompañan a estos rituales, lo que nos interesa es recalcar la importancia social que tenían y el impacto económico que supondrían para las ciudades en las que se asentaron. No dejaron ser lugares de culto, de visita obligatoria para cualquier griego y griega que se precie. Muchos artesanos y mercaderes aprovecharon la ocasión para hacer negocio con la religión; se han encontrado en diversos yacimientos gran cantidad de ánforas de distinta forma y tamaño y recipientes elaborados con este fin, por no hablar de los que no se pudieron rescatar al haberse elaborado con elementos orgánicos. Todo ello lo vendían en puestos o tiendas que atestaban los alrededores de los lugares de culto.
Y ya, por último, extraer una conclusión final de su lectura: las consultas que se formulaban en aquella época son las mismas que tenemos hoy en día. Cuestiones como el matrimonio, la búsqueda de pareja o la descendencia eran los temas más comunes a preguntar; en segundo lugar, lo que les inquietaba más sería la riqueza, la salud o los temas legales. Os aseguro que las Pitias aún no han desaparecido, sino que se han trasformado en tarotistas y videntes, que, por un módico precio, revelarán tu futuro, incluso por teléfono.
Y es que el negocio de la adivinación es uno de los más antiguos que existen, y existirán hasta el final de los tiempos.