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Lobo. Unas memorias falsas de Jim Harrison

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por Rubén J. Olivares

Lobo. Unas memorias falsas de Jim Harrison

Lobo. Unas memorias falsas de Jim Harrison

El género autobiográfico es uno de los más fecundos dentro del mundo de la literatura. Conocer la vida, obra y milagros de un autor o autora siempre resulta estimulante, pues nos abre una ventana hacia la vida personal de aquellos autores que admiramos y nos permite calmar la curiosidad que todo lector tiene sobre si la vida de aquellos que admiramos guarda alguna relación con sus obras de ficción o si, por el contario, sus vidas han sido tan anodinas como las nuestras, interrumpidas únicamente por su imaginación y los mundos a los que la escritura les ha transportado.

En el caso de “Lobo. Unas memorias falsas” de Jim Harrison nos adentramos en un género intermedio, en el que la supuesta biografía del autor sirve como excusa para narrar la interesante y seductora vida de su protagonista – y lo de seductora lo escribo porque desde que iniciamos la lectura del libro esta historia nos acaba atrapando y convenciéndonos de que merece la pena acabar este libro – quien va dejando trazas de la vida del autor entremezcladas con la ficción del personaje que Jim Harrison ha creado. Éste comenta respecto a su novela que se trata de la historia de un hombre joven que ha hecho demasiadas imbecilidades en su vida y que ahora anhela volver a encontrarse a sí mismo alejándose de la sociedad a través del contacto con la naturaleza y la búsqueda de un lobo, iniciando para ello un retiro a los bosques que pueblan los parques estatales de Michigan. En su defensa debo comentar que todos hemos hecho alguna que otra imbecilidad cuando éramos jóvenes, pues está en el carácter juvenil la arrogancia, el gusto por llamar la atención y el creernos rebeldes y pioneros en todo aquello que hacemos. Si todavía es usted joven tengo una buena noticia: este síndrome de imbecilidad juvenil se cura con el paso del tiempo a medida que maduramos. Puede estar tranquilo.

Lo mejor de la novela de Jim Harrison es el estilo directo con el que se nos narra la historia de su protagonista, repleta de sinceridad ante la mirada retrospectiva hacia su pasado que rememora su juventud, dotando a la narrativa de una base de verosimilitud y realismo que sentaron las bases del estilo literario de Jim Harrison – que para quienes no lo sepan también es el autor de “Leyendas de pasión” en la que se basó posteriormente la película homónima -, a través de las cuales disfrutamos del peculiar estilo de Harrison que, no por haber sido explorado anteriormente por otros autores como Hemingway o Hesse pierde un ápice de originalidad. Jim Harrison da rienda suelta a una narrativa bizarra, fértil en sus descripciones y perfiles psicológicos, así como políticamente incorrecta para los cánones de moralidad actual que dominan la sociedad, pero que un servidor agradece se transgreda, al menos dentro del mundo de la literatura, si es una excusa para poder disfrutar de una obra literaria como la que nos ofrece Jim Harrison en “Lobo. Unas memorias falsas”.

El protagonista de la novela, Swanson, alter ego literario de Jim Harrison, nos ofrece en esta novela un trasunto de memorias narradas en primera persona en las que plasma su deseo de encontrarse a sí mismo a través de la soledad y el autodescubrimiento en la naturaleza en los bosques de Michigan – y sí, esto ya lo contó London o Hesse, pero debo señalar que, como Harrison, cada uno tenía su propio estilo con el que seducía al lector – abandonando con 18 años su hogar en Manhattan, vagabundeando de costa a costa por todo el país. Entre viaje y viaje tendrá tiempo para entregarse a los brazos del alcohol y de algunas amantes y breves amoríos que completan su búsqueda hedonista con breves pero intensos encuentros sexuales, lo que quizás hastiado, quizás impelido por la necesidad de dar un sentido más espiritual a su vida, le impulsa a buscar sentido a su existencia en la llamada de la naturaleza salvaje. Y es que vivir tu vida como un personaje de Kerouac o sentirte un joven epígono de Bukowski está bien durante una temporada, pero debe hastiar a la larga.

Las reflexiones de Swanson, plasmadas a brochazos a lo largo de la novela, nos invitan a cuestionarnos cuál es el papel que jugamos como garantes de la conservación de la naturaleza de la que, al fin y al cabo, dependemos y qué precio acabaremos pagando como especie en aras de un progreso económico y social que se sustenta en la depredación de unos recursos finitos, así como en la impotencia que como individuos podemos sentir ante estas revelaciones. Y es que, aunque uno sea un joven alocado que desea exprimir su juventud y la vida al máximo, la madurez – ya les comenté que la juventud se cura con el tiempo – también nos alcanza y con ella el temor al futuro y la necesidad de dotar de sentido a nuestro paso por el mundo.

Lo mejor de “Lobo. Unas memorias falsas”, además de la intensa historia de Swanson, es el estilo narrativo con el que Jim Harrison impregna a la novela, narrada con una prosa intensa, vívida y contundente en la que se van sumando diversos recuerdos a menudo inconexos entre sí que vamos hilando conforme avanzamos en la novela, a través de los cuales vemos desfilar a una pléyade de variopintos personajes, seres marginales que desarrollan su existencia en las fronteras del sistema a través de ciudades que todos creemos conocer por haberlas visto repetidamente en infinidad de películas, series y libros: Nueva York, Boston, Colorado, Nevada o San Francisco. Jim Harrison nos revela en esta novela, la cual supuso su debut literario, la fuerza narrativa que posee como contador de historias, demostrando que sólo son necesarios un puñado de párrafos armados con las palabras correctas para hilar una historia que nos atrapa desde las primeras páginas y de la que deseamos ser partícipes hasta el final.

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