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Un amor de Sara Mesa

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por Gemma Juan

Un amor de Sara Mesa

Un amor de Sara Mesa“Un amor” se devora, literalmente. Todos los personajes tienen luces y sombras, una moralidad muy dudosa y contradictoria. Y todos tienen sus razones. Los aparentemente buenos despliegan su lado oscuro. El amor, el terror, la hipocresía, el buenismo, la cobardía, el desconcierto, la desesperación, la pérdida… sentimientos muy básicos descritos magistralmente. Estoy profundamente impactada por esta novela que desvela lo más siniestro en lo cotidiano y los distintos ángulos desde donde se pueden interpretar las cosas.

Sara Mesa te atrapa con esta novela desde el principio, con un lenguaje fluido y natural que te va metiendo en la dura realidad de su mundo interior. Concretamente, versa sobre la incapacidad de comunicación -y a pesar de eso, sobre la importancia de las palabras y de su ausencia, de los silencios- y sobre el capital sexual de las mujeres, entre otros asuntos.

“Un amor” no es una novela de amor, sino de obsesión y desesperación. Un amor oscuro, enfermizo, obsesivo. Y esa oscuridad también rodea a la protagonista, a la casa a la que se ha mudado, al pueblo y a sus habitantes. De hecho, la trama sea lo de menos, porque si esperáis encontrar respuestas a todo lo que plantea, no las vais a encontrar. Sí encontrareis, en cambio, una historia que no os dejará indiferentes.

La novela me tuvo totalmente enganchada desde las primeras páginas, aunque para mí va de más a menos y al final se me desinfló un poco. Aún así me gustó, pero, aunque me parece un buen libro, tampoco lo catalogaría como uno de lo mejores del año (cosa que hicieron cuando salió publicado).

La autora nos traslada a La Escapa, una aldea rural que le sirve de escondite a la protagonista de esta historia. Nat es una traductora en crisis que tuvo que huir de su trabajo por robar (no sabremos nunca qué robó). En el pueblo, Nat tendrá que aprender a lidiar con unos códigos sociales diferentes, a menudo machistas y retrógrados, siempre indescifrables y perturbadores para ella. Pero en este ambiente febril y asfixiante, la autora nos propone un giro interpretativo inesperado. Sara Mesa se muestra empática con ellos, con los maltratadores, con los acosadores, con los obtusos del pueblo, y les considera seres humanos más vulnerables que ella. No obstante, Nat acepta esa humillación porque se considera más fuerte.

Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada -una construcción pobre y llena de goteras- se convertirán en una verdadera obsesión para ella.

El resto de los habitantes de la zona, -la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana- acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa enfrenta a Nat con sus vecinos y hace que ella misma se sienta oprimida con sus miedos, sus fracasos y sus traumas infantiles. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobreentendidos, de tabús y transgresiones, «Un amor» aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia.

¿No resulta curioso lo verdaderamente difícil que es hablar sobre la dificultad de comunicarse? Un amor trata sobre todo de la incomunicación femenina. Porque tras el casero está la amenaza del abuso sexual y porque Nat ha sido educada en la sumisión, la complacencia y el deseo: es muchas veces incapaz de decir no y otras tantas desea decirlo y se decepciona cuando no le preguntan. Nat se siente confundida y desorientada cuando comprueba que uno de sus vecinos no la desea: se tambalea su capital sexual, «empieza a perder un poder que había poseído inconscientemente hasta entonces. Como el dinero, se dice, también el capital erótico se va escurriendo sin que uno se dé cuenta, solo se toma conciencia de él cuando desaparece». Cuando es ella, sin embargo, la que cae rendida ante otro, ese poder se vuelve contra sí misma: las expectativas del deseo, del ser deseada, son altas y exigentes.

Este ha sido mi primer contacto con la autora, y no será el último. La novela es difícilmente clasificable. Un costumbrismo sucio, unos personajes retorcidos, una trama que va creciendo hacia un final inesperadamente hermético. La claridad de su lenguaje se enfrenta a la complejidad de la historia. Un libro incómodo de leer por la dureza y la crudeza que describe y que va en aumento a lo largo de la novela tan sorprendente, en la que la autora consigue enfrentar al lector con los límites de su propia moralidad.

Pero esto es, precisamente lo que define a Sara Mesa, ya que todo aquel que ha leído más títulos de la autora indican que sus libros son fáciles de leer, pero difíciles de abandonar, en pocas páginas consigue generar ambientes densos y sensaciones incómodas que te perseguirán unos días tras su lectura. Por eso hay que leer a Sara Mesa. Por lo bien que crea situaciones incómodas y atmosferas inquietantes.

¿Habéis leído algo de Sara Mesa?, ¿cuál nos recomendáis? Esperamos recibir vuestros comentarios en nuestras RRSS.

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