Suma noche de Blanca Morel
por Rubén J. Olivares
Blanca Morel es una artista polifacética e inquieta, que no rehúye la experimentación como parte del proceso de elaboración de sus obras. En “Suma noche” nos muestra cómo el proceso de creación de su poemario fue una experiencia única, que implicó encerrarse durante seis días y seis noches en total oscuridad. Morel no sabía qué iba a buscar o encontrar, solo siguió el deseo de sumergirse en las tinieblas y escribir en la oscuridad utilizando un nictógrafo, un instrumento que cómo ella narra en una entrevista en el canal 24h de TVE, fue inventado por Lewis Carroll para escribir a ciegas o con «mano ciega». Para lograr esta inmersión, se fue a un pequeño apartamento junto al mar, un lugar de su infancia, y selló todas las ventanas con papel negro, ya que era justo después del equinoccio de verano, cuando la luz era más intensa. Su intención inicial no era escribir un libro, sino tomar «apuntes nictográficos». Fue posteriormente cuando vio que había material suficiente, incluyendo dibujos y calcomanías hechas con acuarelas, cuando posteriormente trabajó para conformar el libro. El epígrafe de su libro, «Entreme donde no supe», de San Juan de la Cruz, refleja su experiencia de no saber lo que iba a encontrar.
El resultado de este experimento creativo es “Suma noche” un libro perfopoesía, un poemario que, según Blanca Morel, es una forma de expresión donde el poema «vibra» y «se abre en el instante», escapando de la página a través de la voz, el cuerpo, la música, instrumentos, rituales e invocaciones, permitiendo que el poema ocupe el espacio más allá de la página.
En «Suma noche», Blanca Morel nos invita a un recorrido poético que explora las profundidades de la existencia humana, esa dualidad constante entre la oscuridad inherente y los destellos de luz que nos guían. Publicado por Ediciones Godall, este poemario se consolida como una obra introspectiva y bellamente construida, donde cada verso es una pincelada de las emociones más íntimas de la autora.
La poesía de Morel en «Suma noche» surge de una necesidad intrínseca de expresión, una pulsión que la lleva a explorar rincones velados del alma. No es una poesía de artificios, sino de una sinceridad descarnada. Se percibe en cada verso la construcción pausada y reflexiva de un lenguaje que busca nombrar lo innombrable, que se atreve a desnudarse ante el lector. Este proceso de introspección se refleja directamente en la atmósfera del poemario: una sensación de recogimiento, de conversación con uno mismo en las horas más silenciosas. La autora parece haber tejido cada poema como un refugio, un espacio donde la palabra se convierte en el ancla que le permite flotar en la incertidumbre. Desde las primeras páginas, Morel establece un diálogo honesto con el lector. Su poesía, despojada de artificios innecesarios, se asienta en la sinceridad y la vulnerabilidad. Los poemas de «Suma noche» no rehúyen la melancolía o la confrontación con la sombra; al contrario, se sumergen en ellas para desentrañar su significado y encontrar la belleza oculta. La noche, más que una ausencia de luz, se convierte en un espacio para la reflexión, el autoconocimiento y la confrontación con los propios fantasmas.
La elección de las palabras por parte de Morel es precisa y evocadora. Consigue crear imágenes potentes con una economía de lenguaje que demuestra un dominio absoluto de su oficio. Hay una musicalidad sutil en sus versos, una cadencia que invita a la relectura y a la degustación pausada de cada estrofa. Temas como la memoria, la ausencia, el paso del tiempo, el amor se entrelazan con una naturalidad que conmueve. La autora teje un tapiz emocional donde lo personal resuena con lo universal, permitiendo que el lector encuentre ecos de sus propias experiencias en los versos de Morel.
El contenido del poemario es un espejo de este viaje creativo. La noche, que da título a la obra, es mucho más que un marco temporal; es una metáfora del lienzo en blanco, del silencio primigenio desde donde la poesía emerge. En esa «Suma noche», Morel se enfrenta a la memoria, a la ausencia, a la vulnerabilidad, pero lo hace con una lucidez que solo el acto de escribir puede otorgar. Hay una clara correlación entre el desprendimiento emocional que se intuye en la composición de los versos y la temática de la pérdida o la transformación que permea muchos de los poemas. Es como si el acto de volcar esas experiencias en palabras les diera una nueva forma, las reconfigurara y, de alguna manera, las sanara.
En «Suma noche», Blanca Morel nos invita a ser testigos de cómo la poesía puede ser un acto de autodescubrimiento y resiliencia. No solo nos ofrece los poemas, sino que nos permite vislumbrar el andamiaje emocional y el esfuerzo intelectual que los hizo posibles. Ediciones Godall, con su impecable labor, ha sabido enmarcar esta obra de tal manera que el proceso creativo de la autora se realza, convirtiendo al libro en un diálogo íntimo y conmovedor entre la oscuridad inherente a la existencia y la luz que emana del acto de crear.