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Algo va mal, de Fermín Bocos

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por Lara Vesga

Podría parecer que el título viene que ni pintado para los días que corren pero lo que va mal en Algo va mal no tiene nada que ver con crisis sanitarias ni pandemias. De todos modos, lo turbio del asunto que se narra en sus páginas sí que es algo que vemos a menudo en los telediarios. No es otra cosa que la corrupción, los chanchullos entre políticos y empresarios, las conexiones de todos ellos con el tráfico de drogas, de armas y otras muchas y variadas corruptelas. También se habla de la relación entre la prensa y el poder, que no siempre obedece a la idea romántica y pura de vigilarlo y denunciarlo. 

Pero toda esta maraña de negocios turbios tendrá que ir desmadejándola poco a poco y a paso de burocracia el inspector de policía Gabriel Montañés. El pistoletazo de salida del caso será el hallazgo de dos cuerpos en una habitación de hotel de Ámsterdam. Uno de los cadáveres es nada más y nada menos que Cosme Damián, uno de los peces gordos de los medios de comunicación en España y director del influyente El Diario. El magnate se encontraba en Holanda como invitado a una de las exclusivas y elitistas reuniones del Club Bilderberg, un punto de encuentro de las personalidades de las más altas esferas en todos los sectores y de todos los puntos del planeta. 

Fermín Bocos (Santander, 1949) nos traslada en Algo va mal a diferentes escenarios y etapas de la historia a través de un thriller que resulta difícil de soltar. Intenso y vertiginoso, se desarrolla en los primeros años del siglo XXI, con el soniquete de fondo de la guerra de Iraq y las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein. El libro circula entre Madrid, París, Ámsterdam, Berlín y Gibraltar, entre otros escenarios. Aparece también entre sus páginas la antigua RDA y su temible policía política, la Stasi. 

Entre los personajes hay también de todo. Tenemos a Telmo Salcedo, un político muy bien situado cuyo expediente, en principio, es intachable. Nada que ver con Julián Santaeugenia, un empresario con bastante mala fama. Valeria Ulloa es una periodista a la que solo mueve conocer la verdad de los hechos, al igual que a su compañero Mikel Azuera, que sigue un rastro peligroso en los archivos más secretos de Berlín. Saliendo de España, Walter de Roux es un francés escurridizo, frío y altamente profesional en su trabajo. Y para Francis Hamilton, exsecretario norteamericano de Estado, lo único que importa es la reputación y el control de la opinión pública.  

Encontrar los puntos de conexión entre todos estos lugares, personas y sucesos de tiempos pasados será para el lector un desafío apasionante y para el inspector Montañés una tarea ardua para la que necesitará tirar, muy a su pesar, de contactos en la prensa y de antiguos compañeros. Pero la presión viene de arriba, como siempre, y el tiempo apremia.

 

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