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El barrio del incienso de Chotaro Kawasaki

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por Rubén J. Olivares

El barrio del incienso de Chotaro Kawasaki

El barrio del incienso de Chotaro Kawasaki

Creo recordar que fue el gran escritor ruso Víktor Shklovski – y si no es así, ruego me perdonen –, quien afirmaba en boca de uno de sus personajes que lo más importante de la literatura son nuestras propias motivaciones. Algo similar expresó el argentino Borges respecto a la poesía y la relación que el autor mantiene con ella, condensando esta idea, en una palabra: “excusas”. La obra y la relación que el autor mantiene con ella siempre tienen algo de íntimo, algo del autor siempre queda reflejado en ella, por fantasiosa o alejada que sea la historia con su biografía. En Occidente estamos acostumbrados a la novela en tercera persona, aquella en la que el autor se oculta tras los protagonistas, agazapado tras la realidad presentada o descrita, tanto que tendemos a considerar que este es el modelo ideal de novela, una en la que un protagonista o protagonistas ficciones viven una realidad a través de la narrativa de un autor que, como un dios omnipotente, manipula su entorno, pero nunca está presente en la misma. La novela en primera persona, aquella en la que el narrador y escritor parecen fundirse en una única persona, ha sido asociada con el texto autobiográfico, fuera éste su tema o no. Lo mismo ocurre en la literatura japonesa, aunque allí el debate es más enconado que en la literatura occidental.

Tradicionalmente este estilo de novela se ha considerado como algo que se internaba en exceso en lo personal, en lo íntimo del propio autor, algo privado que no debería airearse. Se trata de un subgénero que, sin embargo, ha tomado fuerza en Japón hasta dar forma a un estilo narrativo propio, la “novela del yo”, una novela que transita entre lo público y lo privado, una novela que problematiza la intimidad del autor. Se puede pensar que cualquier obra literaria, como ya hemos comentado, está irremediablemente abocada a desnudar parte de la biografía de su autor, sus experiencias, sus anhelos, sus deseos, pero lo que caracteriza a la “novela del yo” es que ésta hace de esta intimidad una confesión literaria que dota de contenido y forma a la misma. Y esto es lo que vemos en “El barrio del incienso”, una novela conformada por diferentes historias sin aparente conexión que sin embargo comparten un mismo nexo: conforman un álbum personal de recuerdos en los que Chotaro Kawasaki vuelca su propia experiencia y vivencias personales a través de los protagonistas de cada relato, conformando un corolario de lo que fue su vida.

En efecto, esto es lo que encontramos en “El barrio del incienso”, una problematización continua de la intimidad del autor, pues en cada una de las historias que componen el libro descubrimos un recuerdo, una vivencia del propio autor revestida de literatura y aparentemente ficcionada que esconden los recuerdos de Chotaro Kawasaki. Pero también vemos esta problematización de la intimidad en la estructura narrativa de la novela: ésta no llega a ser una autobiografía al uso, pues en ella siempre aparece la voz de un alter ego que protagoniza cada relato y nos aleja de la narrativa biográfica, conduciéndonos por su propia realidad. Sin embargo, a medida que vamos avanzando en su lectura vamos recomponiendo la historia del propio Chotaro Kawasaki a través de sus personajes, pues aunque estos varían, siempre está presente la figura del autor acompañándonos en cada uno de los paseos diarios que sus personajes dan, en sus peleas familiares entre hermanos y padres y aquellos que forman parte de la familia política de sus protagonistas, la soledad y las obsesiones que padecen éstos, la sinceridad en sus palabras y el peculiar humor que se pone de relieve en cada historia, así como la inexorable huella del paso del tiempo que transcurre a través de ellos, especialmente en la última de las historias que cierra el libro, lo que los convierte en personajes tremendamente cercanos y familiares.

Chotaro Kawasaki es uno de los máximos exponentes de la denominada “novela del yo” por méritos propios que el lector descubrirá cuando se acerque a esta novela. En la misma se ahonda en las miserias y alegrías del ser humano, elaborando un retrato desnudo y directo, sin artificios literarios, sin realismos mágicos o retóricas grandilocuentes de epopeyas heroicas. Para Chotaro Kawasaki la vida se construye a partir de momentos, pequeñas experiencias en apariencia insignificantes que acaban marcando el relato y la vida de sus protagonistas. Una banal conversación nocturna con una mujer, una apuesta, la búsqueda de compañía para mitigar la soledad, una reunión familiar tras la muerte de una madre, la discusión entre un hermano y su esposa por la desaparición de una amante, la muerte del padre, etc. Momentos que en las manos de Chotaro Kawasaki cobran una magia especial, que hacen que nos preguntemos si podrían haber sido narrados con más elegancia que la desplegada por Chotaro Kawasaki quien los convierte en pequeñas obras literarias, en intensas novelas condensadas en un breve relato.

“El barrio del incienso” es un retrato fidedigno de la vida de las clases humildes de Japón, del estilo simple y austero que estos personajes cotidianos alejados de la opulencia de las clases altas llevan en la isla, un fotografía sociológica de pescadores, entregadas madres o prostitutas en las que solitarios hombres buscan compañía y algo de cariño a cambio de unos yenes, temas con los que comparte el mismo interés que el cine japonés, siempre volcado en retratar la realidad que envuelve a la sociedad. Un conjunto de deliciosos e irresistibles mochis en forma de relatos con los que deleitarnos ahora que tenemos más tiempo para disfrutar de la literatura. No se lo pierdan. No se arrepentirán.

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