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El Hereje de Miguel Delibes

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por Gemma Juan Giner

El Hereje de Miguel Delibes

El Hereje de Miguel Delibes

Un Club de Lectura te permite conocer y descubrir autores que nunca antes habías leído. Y sí, yo no había leído nada de Miguel Delibes y me ha dejado completamente fascinada su pluma. Ahora entiendo por qué todavía sigue siendo lectura obligada en muchos institutos. La obra elegida ha sido «El Hereje», una novela histórica que revive un siglo XVI en el que comienzan a penetrar en España ideas que agitaban Europa: nuevas formas de entender e interpretar el mensaje cristiano que serán pronto perseguidas.

«El Hereje» es una novela que cuenta la historia de Cipriano Salcedo, habitante de Valladolid que se gana la vida en el comercio de pieles, pero sobre todo es un canto a la libertad de pensamiento y creencia. Este protagonista entablará una relación con Carlos de Seso y Agustín de Cazalla, personajes históricos que son considerados responsables de prender la llama del protestantismo en la ciudad.

El libro narra cómo era la vida de los protestantes en España (llamados herejes), cuenta sus reuniones a escondidas, sus viajes al extranjero también a escondidas, los apuros por los que había que pasar en una España que se denominaba católica, con la Santa Inquisición al mando de la Iglesia, donde nadie podía proclamar su verdadera religión.

Miguel Delibes, con esta historia, quiere criticar la intolerancia sufrida por aquellas personas que fueron quemadas, llevadas a galeras o recluidas en una cárcel en condiciones infrahumanas y en ayuno y que su único delito fue no ser católico, tener diferentes creencias.

Así, Delibes cuenta cómo aquellas personas tenían que acudir a misa para guardar las apariencias, porque cualquier persona podía delatarlos. Malvivían, en definitiva, siendo protestantes en un país donde la tolerancia y la libertad de conciencia brillaban por su ausencia.

Delibes acierta en la ambientación, en las descripciones de lugares urbanos y de paisajes naturales, en la viveza de numerosos personajes secundarios, y en su dominio del castellano tan característico y grato, que aquí ha procurado adaptar al habla de entonces, especialmente en los diálogos.

Sin embargo, creo que a la novela le sobran algunas páginas, sobre todo en su primera mitad: se dan demasiadas explicaciones para situar al protagonista y algunas parecen reiterativas, como las descripciones, de notable mal gusto, de las juergas de su padre con una querida, que se repiten con menor insistencia al relatar la vida marital de Cipriano o las escenas de campo, donde el autor se recrea en las descripciones de la vida campesina y en el uso de una terminología compleja sobre el ruralismo, lo que puede llegar a dificultar la lectura.

La vida de Cipriano Salcedo tiene un comienzo complicado y marcado por el desamor de un padre, Bernardo Salcedo, arrogante y egoísta. La raíz del odio de Bernardo hacia su único hijo, a quien llama “el pequeño parricida”, no es otra que la muerte de su esposa, Catalina Bustamante, que fallece a causa de un parto difícil. Desapego y rechazo sirven de excusa al escritor para introducir el tema del desamor, la soledad y el miedo.

El miedo al padre lo ata a una las dos figuras femeninas clave en la novela: la joven nodriza Minervina Capa. Una mujer que marcará su vida de adulto y una de las razones por las que Bernardo decide internar a su hijo en el Hospital de Niños Expósitos. El fuerte vínculo que lo une a su nodriza provoca los celos del padre, convencido de que Minervina es una mala influencia.

Huérfano totalmente y a cargo de su tío Ignacio tras la muerte de su padre, Cipriano se propone ascender socialmente, por lo que se queda con el negocio de la lana tomando así las riendas del negocio de su padre, se hace rico y se casa con Teodomina. Aunque su esposa quiere tener hijos, estos no llegan, algo que no parece preocupar tanto a Cipriano como a Teodomina.

Esta novela se publicó en 1998 y, para entonces, España llevaba veinte años de democracia formal, pero algunos de los conflictos que se plantean en la novela siguen activos y activados incluso hoy día.

En «El Hereje» también tiene un gran protagonismo la quema de libros, un acto que en España hay sido un pasatiempo habitual. De la quema de Salamanca todavía se está hablando. La ciudad más culta del mundo quemando los vehículos de la cultura; no deja de ser un contrasentido. Y es aquí donde quiero resaltar estas palabras de Cipriano Salcedo:

“La afición a la lectura ha llegado a ser tan sospechosa que el analfabetismo se hace deseable y honroso. Siendo analfabeto es fácil demostrar que uno está incontaminado y pertenece a la envidiable casta de los cristianos viejos”

Lo dicho, el mundo al revés.

Una historia de amor, pasión, odio, intolerancia y religión que se funden en una sola persona y que le acarrea todo tipo de problemas y aventuras de las que intentara salir ileso.

En definitiva, «El Hereje» nos lleva al Valladolid de los siglos en los que pensar, leer y no digamos ya hablar para compartir lo anterior era más peligroso que cualquier otra actividad.

También destacar el interesantísimo desgrane y evolución psicológica del personaje principal. Delibes, con ese acierto que le caracteriza no sólo en su prosa sino también en la construcción de las historias de vida de cada elemento, atrapa y consigue que el lector entienda al protagonista en todo momento.

¿Habéis leído algo de Delibes? Mi próximo objetivo, leer «El Camino», otra de sus grandes obras.

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